25 de septiembre de 2007

Rupturas matrimoniales


Tras la ventana contemplaba su caminar cadencioso, decidido, mientras se alejaba. No miró atrás, nunca lo hacía, hubiera sido decepcionante. Entre los añicos de la quinta vajilla más frágil que su carácter, encendí la televisión con la difusa esperanza de escuchar algo que me levantara el ánimo. Pasé la tarde barriendo y fregando, con el sordo ruido de la televisión como única música de mis cavilaciones. Cené indigestas salchichas de Óscar Mayer, frías. Cuando sonó el teléfono -sólo podía ser ella- lo machaqué con mi bate de baseball de los NY Lions, frenéticamente, fuera de mí.

Tres minutos más tarde, entraba de nuevo por la puerta. Buenas noches, cariño. Recogió canturreando los restos del teléfono, el quinto ya, y nos fuimos a dormir.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

?????????!!!!!!!!
Como relato corto no esta mal, ¿has pensado en presentarlo a algun certamen cultural?
Me alegro de que sigas colgando cosas nuevas.
un saludo, El relojero Loco.

Anónimo dijo...

Juanxo: he seguido tus sabios consejos y he creado un blog. Te copiaré cantidad de cosas asi que vete preparando. Desde Sevilla te mando un saludo con la esperzanza de vernos en febrero a las afueras de la Capi.

Alberto Tarifa Valentín-Gamazo dijo...

Pues ya son más de la mitad los que se rompen, como que ya ni consideran que rompan nada, porque hemos vuelto al pre-cristianismo, cuando el matrimonio era un "a ver qué tal" y un "si eso".
Vuelta a empezar.