27 de abril de 2009

El bizcocho rebelde



Mi madre nunca fue una cocinera consumada. Si la sopa de sábado y las foundies de queso eran su territorio, y se mostraba fuerte en diversos ámbitos -pasta, croquetas, guisos-, nunca entró en la escuela de "puristas" a la que mi abuela Maruchi sí perteneció por derecho propio.


Sin embargo, y a pesar de lo dicho, nunca terminaré de comprender una situación cíclica que acaecía entre las cuatro paredes de la concina de Fernán González. Era sábado por la tarde, y la masa del bizcocho estaba en el horno. Mi madre miraba concentrada por la puerta-ventana del horno el avance de la "subida" del bollo, no sin cierta ansiedad. Los hijos nos asómabamos de vez en cuando a darle ánimos, mirando con una sombra de duda la masa en su evolución ascendente. Y había días que el bollo subía, y había días que no. Incluso había días que rebosaba el recipiente en una eufórica cocción.


La misma receta. Los mismos ingredientes. La misma batidora. Y unos días la masa subía y era un éxito. Y otros días el bollo quedaba crudo y había que comerlo apelando al espíritu de Juanito.
Mi mandre nunca fue una cocinera consumada. Pero yo nunca entenderé el porqué a veces la receta salía bien, y a veces salía mal. Pero bueno, es consolador. Tantas veces a nosotros nos pasa lo mismo.


(Anexo: las tortitas con nata de mi madre pueden ganar, eso sí, un premio internacional)

19 de abril de 2009

Our own navel



Detén a un universitario antes de entrar a clase y pregúntale por sus objetivos en la vida. Las ilusiones de algunos terminarán el sábado noche en los hielos de un on-the-rocks o entre los brazos de una amante –o una usuaria, término más preciso para este caso-. Otros, más inquietos, te hablarán de buenas notas, de buenas novias, viajes, trabajo, un buen coche, familia. De posición social. De ocio. No les preguntes mucho para qué? o y después?... encenderán su iPod o sufrirán un ataque catatónico.

Fíjate: casi ninguno te hablará de nada más allá de su propio ombligo –his own navel-, de su propio interés. Me pregunto qué porcentaje te mencionará algo por mejorar. Qué porcentaje te hablará de los más pobres, de su país, de la rana leonada, de la basura interespacial. Quién quiere cambiar algo. Pues mira: nadie. Nadie a riesgo de su poltrona.

Tenemos una crisis de ilusiones. Estómagos llenos y alma vacía. Somos unos jóvenes viejos, cínicos, gastados. Por favor, que alguien nos dé una bofetada.

16 de abril de 2009

Our own navel. Anexos

Anexo 1. Ortega y Gasset sentencian:
Tenemos una ingenua tendencia a pensar que la sobra de medios favorece la vida. Todo lo contrario. Un mundo sobrado de posibilidades produce, automáticamente, graves deformaciones y viciosos tipos de existencia humana -los que se pueden reunir en la clase general de hombre-heredero o niño-mimado: el señortio satisfecho.
(La rebelión de las masas)

Anexo 2.
Las ninfas han partido.
Me senté junto a las aguas del Leman y lloré...
Dulce Támesis, corre calladamente, hasta que acabe mi canto. (Y yo Tiresias he padecido de antemano todo
lo que ocurrió en este mismo diván o cama;
yo que en Tebas me senté al pie del muro
y anduve entre los más viles de los muertos.)