20 de julio de 2013

Estudiar valenciano



Como es natural, en las oposiciones de la Comunidad Valenciana se puntúa un poco el conocimiento de la lengua local, a cuyo estudio he dedicado bastantes horas el último año. Pues bien, además de un peleado título de C1, estas son algunas de las cosas que le debo a la lengua de Ramón Llull:

- La amistad con Vicent, profesor de valenciano de mi universidad. Una pesona muy alegre y gran amante de las lenguas.

- Haber leído siete novelas de Mankell del inspector Wallander. Un tío duro por fuera pero atormentado por dentro. Un tío auténtico, buen profesional pero siempre aprendiz de padre, de amigo y de amante. Kurt, eres un buen tío.

- El encuentro con el grupo de música Manel, buenísimo... Temas como Ai Dolors, Al mar, Benvolgut o No t'anyore han sido la banda sonora de este curso.

- Conocer la vida de Trajano, a través de una interesante novela de Posteguillo: Els assassins de l'Emperador. Uno de los míticos del Impero Romano, de ascendencia hispana.

- Muchos ratos de escucha de Radio 9 y de Canal 9. Grande el veterinario de los sábados por la mañana, que atiende llamadas de propietarios en apuros de todo tipo de animales: loros, perros, gallinas, etc. Doctor, tengo un gallo que tiene atemorizados a los demás, ¿qué puedo hacer? Un buen caldo, señora. Y también la serie Senyor Retor, con Don Horacio pletórico entre los cotilleos del pueblo.

- Finalmente, last but not least, conversaciones de lo más divertido con amigos que han tenido la paciencia de hablarme y soportarme en su lengua: Luis N., Fernando S., Pablo R., Alex N. y un largo etcétera.

En fin, que lo que podía haber sido un estudio en tono resignado a la caza de unos puntos para una oposición, ha resultado un auténtico placer, un camino lleno de grandes descubrimientos.

Que en treguin el ballat.