31 de enero de 2014

Paradojas mañaneras



Mientras arranco el coche para ir a trabajar veo de reojo el escaparate de un nuevo negocio que se abrirá en mi barrio próximamente. "Belleza divina". "Contigo desde 2009".

Dentro hay ya unos operarios faenando, ultimando la reforma del local. Uno de ellos, algo rollizo, trabaja en cuclillas, mostrando al paseante la rajilla superior de sus generosas nalgas.

Belleza divina. Pues empezamos bien.

24 de enero de 2014

Tiene nombre


No me gusta que haya gorrillas. Es incómodo bajarse del coche y sentir su mirada exigiendo dinero, cuando la plaza donde has aparcado estaba allí, y la has visto tú. Pero claro, son pobres. Hay que tratarles bien. Por lo menos no despreciarles. Me debato pues entre esos sentimientos: rechazo, enfado, pena y compasión.

Esta mañana cuando me iba a trabajar he visto de lejos al gorrilla de mi acera, y he pensado: "voy a avisarle de que me voy y queda un sitio libre". No sé, una buena acción. Le he hecho un par de ruidos o silbidillos, pero no se ha dado por aludido. En éstas, una camarera de una cafetería que presenciaba la escena mientras colocaba sillas me ha dicho: "Isaac". Así que he gritado: "Isaaaac". El moreno ha venido agradecido, con un trotecillo cochinero, a la caza de unos céntimos tempraneros. Le doy las gracias a la camarera y me contesta: "gracias a ti".

Mientras me alejaba con el coche, pensaba: "Isaac. El tío se llama Isaac". Tras siete meses en el barrio, cruzándomelo a diario, no había caído en que el gorrilla tenía nombre. Y la camarera, en quien tampoco había reparado nunca, se lo sabía. Los gorrillas tienen nombre.

No me gusta que haya gorrillas. Es incómodo bajarse del coche y sentir su mirada exigiendo dinero. Pero tienen nombre. Isaac. Intentaré que no se me olvide.

9 de enero de 2014

No es mi tipo


Hoy Google homenajea con su doodle a Simone de Beauvoir. Sinceramente, no es mi tipo. Es toda una figura del feminismo liberal de la segunda mitad del siglo XX, ese feminismo que piensa que estar en casa y tener hijos es lo peor que a uno puede pasarle en la vida. Ese feminismo que ha hecho del aborto y los anticonceptivos su principal bandera.

Yo pienso que cuidar a los niños y a los ancianos, estar en casa, formar un hogar, no son maldiciones de la naturaleza. Son la mejor tarea a la que todos -varones y mujeres- podemos dedicarnos. Simone de Beauvoir remó en la dirección contraria.

Total, que no me mola el doodle.