23 de julio de 2014

Espacio libre de niños






Cada vez es más frecuente encontrar establecimientos abiertos al público -hoteles, restaurantes, trenes- donde se prohíbe la entrada con niños pequeños. Y ello porque hay gente a quien le molesta el tráfago continuo de los "locos bajitos" que suben, bajan, gritan y arman jarana.


No voy a negar que hay niños muy mal educados, auténticos tiranos que subyugan a sus padres y pueden amargar la velada a los vecinos de mesa o asiento, haciendo trastadas y llorando si no se atienden sus hipertrofiados deseos.

Sin embargo, que haya unos pocos niños insufribles no jusfica la "niñofobia" que estos locales comienzan a extender. También hay culés insufribles, rubias insufribles, o ingenieros de caminos insufribles, y no por ello prohibimos la entrada a todo el colectivo en un determinado local. Que los niños son pesados y dan algo la tabarra es innegable. Pero prohibir a los matrimonios con niños entrar en un local para que no se vea perturbada la paz del mismo es una barbaridad.

No hay que olvidar que los niños son el futuro de una sociedad, su alegría, su esperanza. En términos menos bucólicos, son los que van a pagarnos las pensiones en unos años.

Si yo fuera un padre y me impidieran la entrada en un local por ir con mis hijos pequeños, respondería lo siguiente, dependiendo de mi estado de ánimo ocasional:
a.  que os a todos por culo, ojalá se hunda pronto este puto negocio;
b. mi hijo, que no es rencoroso, os pagará la pensión y os llevará la comida cuando estéis postrados en una silla de ruedas
c. me dais pena, postmodernos decadentes. Extinguíos sin salpicar.

pd. Post dedicado a mis más fieles seguidores, los señores Xipell y Amorós.

19 de julio de 2014

Quo Vadis



Ayer me terminé de leer Quo Vadis. Me ha llevado un tiempo. La primera parte es algo romanticona: estuve a punto de dejarlo, pero venció mi resistencia a dejar un libro a medias "para toda la vida": es como dejar un enemigo a la espalda. Sin embargo, a partir de la mitad del libro la historia se anima, en el momento en que Nerón ordena quemar Roma y comienzan las persecuciones contra los cristianos.

Se describe muy bien la vida de primitiva comunidad cristiana en la Ciudad Eterna, donde se encontraban San Pedro y San Pablo. De lo mejorcito de la novela son un par de personajes muy bien definidos: Petronio, patricio romano inteligente y epicúreo, y Chillo, filósofo pícaro, ocurrente y advenedizo.

El año pasado me leí Los asesinos del emperador, sobre la llegada al poder de Trajano. Ambos libros ayudan a comprender mejor la historia y el funcionamiento de Roma en el siglo I. Para quien visite la Urbe o quiera comprender mejor cómo se organizaba el imperio romano, resultan dos libros muy interesantes.