18 de julio de 2015

Interés, aprendizaje y comida japonesa


Sin interés no se aprende nada. Lo experimenté el otro día en un restaurante japonés, donde he comido unas veinte veces con amigos de la facultad. “¿Me trae usted la salsa esa marrón que siempre ponen?” “Soja”, le aclara Ramón al camarero. “Pues eso, soja”.

Mis tres amigos se ríen de que no sea capaz de recordar ni un solo nombre de los platos, con la honrosa excepción del ya clásico “rollo de primavera”. A mí me parece lo más natural: la gastronomía del Impero del  sol naciente –susi, maki, tempura- ni me gusta ni me interesa, con lo que no consigo recordar cómo se llama exactamente lo que como.

Lamentablemente, creo la olímpica indiferencia que profeso hacia la comida nipona puede predicarse de muchos estudiantes españoles respecto de las asignaturas que han de estudiar. De modo que por muchos ordenadores y pizarras inteligentes que instalemos, estamos a bocados al fracaso. Lo difícil es suscitar el interés del personal, en medio del tsunami de estímulos e informaciones –tan excitantes como intrascendentes- en los que los niños y jóvenes se desenvuelven. Instalar pizarras inteligentes y software educativo lo hace cualquiera. Suscitar el interés y combatir la sofronización digital es tarea de valientes.

No hay comentarios: