22 de octubre de 2007

Madrugar... para montar en zapatocleta


Hay un tipo de madrugada que sienta bien al espíritu: aquella impuesta por la práctica de algún deporte o afición. Madrugar para ir al trabajo, madrugar para cambiar los pañales a un hijo, no dejan de ser necesarios ejercicios de estoicismo que se asumen con la mejor cara que se puede. Incluso uno puede hacerlo a gusto, aunque protesten todas las fibras del organismo, que siempre exigen un tiempo suplementario en postura horizontal.

Sin embargo, cuando se madruga para ir a pescar, para salir al monte, o para cazar, esas mismas fibras, aun protestando con la boca pequeña, se acompasan a la vibración del espíritu. El sueño se va despegando del cuerpo, poco a poco, pero esa sensación que en un día de diario resulta odiosa, uno de estos días de asueto y afición, resulta hasta placentera. El propio cuerpo escucha la promesa de esparcimiento, de diversión y de gozo, y acepta, aún a regañadientes, el sacrificio de levantarse antes del alba.

Y uno sale a la calle, y el relente de la mañana y la emoción contenida van disipando las brumas del sueño. El primer bocado devuelve la tonicidad a los músculos. Y la alegría de sorprender a las cosas mientras duermen, al menos por un día, y observar su lento y perezoso despertar -¡secreta venganza!-, ensancha el alma.

3 comentarios:

  1. Qué buena la foto!

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  2. No pillo lo del ferrari.
    La paella está al caer.
    Este año voy a esquiar hasta que duela.
    Una canción es SIEMPRE más triste que el silencio.
    Un abrazo.
    Un silencio.

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  3. Anónimo19:36

    Para entender lo de "madrugar por placer" hay que haberlo vivido. Espero que no hallais pasado por alto algo que es de lo mejor de este comentario: el careto del tio de la "zapatocicleta" es un poco en plan:" ¿y tú qué miras?"

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