4 de junio de 2015
José Francisco, de Orange
Me llaman de Orange, un tal José Francisco. Me repite dos veces que me llama desde Murcia. Y me dice: "Juan María, ahora mismo tenemos un delfín". Claro, me ha dado la risa.
Por cierto: siempre procuro ser educado con estos operadores, y llamarles por su nombre. No me hace gracia la gente que les toma el pelo o les trata descortésmente. (Bonita palabra, que no sabía dónde acentuar, y que resulta que no existe). Menos mal que tengo un delfín.
2 de junio de 2015
No ha funcionado
Hoy he tenido un pequeño disgusto o fracaso profesional. Estoy jodido. He intentado repetirme diferentes frases de un repertorio extenso, que manejo con soltura para consolar a mis amigos en casos similares (o bastante peores): "Así es la vida"; "Más se perdió en Cuba"; "No se puede ganar siempre"; "No siempre que se tira a puerta se mete gol"; "Quien no arriesga no falla"; o el definitivo, "Que todos los disgustos de la vida sean como estos..."...
El caso es que no me ha funcionado en absoluto. No me siento mejor.
A ver si compartiéndolo en el blog la cosa mejora ;-)
29 de mayo de 2015
No debo nada a mis padres
Hoy pensaba que no debo nada a mis padres. Ni a Dios, por cierto. Puede sonar fuerte o presuntuoso, pero es totalmente cierto. Sin glosas ni notas al pie. No les debo nada.
Pero claro, voy a explicarlo para no parecer un descastado. No les debo nada porque son buenos padres. Porque me quieren mucho, y me quieren de verdad. Y el amor verdadero es un amor gratuito, que no pasa facturas, ni a corto ni a largo plazo. Es un amor que deja libre, y no un favor de prestamista o inversor, que con el tiempo exige intereses o un retorno en la inversión.
Cada vez es más difícil encontrar gente que nos quiera así, a fondo perdido, sin pasarnos la cuenta a la vuelta del tiempo. Cuántos padres, por ejemplo, quieren mucho a sus hijos, pero les cargan de numerosas exigencias y expectativas que el hijo tiene con el tiempo que colmar, y tantas veces pesan sobre el niño como una losa, o dejan en su corazón un poso de amargura durante años. Pues bien, no es mi caso, nunca lo ha sido. Yo no debo nada a mis padres.
Solo tengo una deuda con ellos, que se llama, muy acertadamente, deuda de gratitud. Y se llama así porque se ha contraído gratis, y además porque nunca puede saldarse.
22 de mayo de 2015
Sugerencias para la noche electoral
No sé si algún político
tendrá la desfachatez de decir este domingo en la sede de su partido la ya
manida frasecita: “Esperamos no defraudar a quienes han depositado en nosotros
su confianza”. Por mi parte, sugiero las siguientes alternativas, más sinceras,
si de lo que se trata es de regenerar la vida democrática, lo que bien puede
comenzar a hacerse llamando a las cosas por su nombre.
“Esperamos no defraudar
al Fisco”. Este sería un comienzo inmejorable, verdadera declaración de
intenciones de quien al día siguiente se dispone a tomar posesión de la llave
de la Caja. En caso de duda, siempre se puede añadir en voz baja la partícula
“más” después del verbo defraudar, como hace José Mota en alguno de sus esqueches.
Dejando a un lado las
arcas públicas y volviendo al electorado, mi primera sugerencia sería la
siguiente: “Esperamos no defraudar a quienes han desconfiado menos de nosotros
que de los demás”. Frase sincera y plenamente ajustada a la realidad social,
como bien saben los consejeros áulicos –o fontaneros- que interpretan sesudamente
las encuestas.
Otra alternativa, que
omite el verbo defraudar –nótese que para defraudar debe haber expectativas de
algún tipo, lo que hoy en día es altamente dudoso-, podría ser: “Esperamos no profundizar la
decepción de quienes nos han votado porque no les ha quedado más remedio”.
Cuántos votantes se sentirán interpelados por tan honesta proclamación…
En cuanto a los partidos
de nuevo cuño, quizá su apelación podría ser la siguiente: “Esperamos no
defraudar a quienes han depositado en nosotros su cabreo”. Apasionante futuro
próximo el de aquél que ha sido llamado a canalizar el cabreo ciudadano en las
instituciones, que ineluctablemente se plasmará en histriónicas actuaciones
parlamentarias. Ante esta perspectiva, uno se acuerda de Ortega, y de las tres cosas que entendía que un diputado no debía hacer en sede parlamentaria: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí... ¿Veremos alguna trifulca o pelea en nuestros Parlamentos en la
próxima legislatura, como hemos visto algunas veces en las Cámaras de países
como Venezuela, Turquía o Ucrania? Al tiempo.
Finalmente, brindo a los
candidatos de siglas más tradicionales mi postrera afirmación: “Esperamos no cabrear
aún más a aquellos a quienes todavía no hemos espantado”. Eso sí que es un
programa político de alguien que quiere mantenerse en el centro del espectro
político…
Para concluir, prometo que si algún político ganador, entre los brindis de cava –o calimocho, que todo se andará-, pronuncia una de las frases que aquí compendio en su noche electoral, mi fe en la regeneración democrática de este país dará un salto importante. Por el contrario, si escucho la monserga de “depositar en nosotros su confianza”, apagaré la televisión con el convencimiento de que por el momento seguimos igual. Entonces a lo mejor sí me apunto al calimocho, a ver si me ayuda a conciliar mejor mis sueños de regeneración democrática…
4 de mayo de 2015
Elogio de la soledad
Esta Semana Santa estuve de viaje en Portugal con unos amigos. Se abrió un grupo de wasap, al efecto de compartir fotos y comentarios entre los que fuimos y quienes se quedaron en casa. No me metieron en el grupo. Y oye, en lugar de enfadarme (¡me ignoran! ¡no cuentan conmigo!), me alegré enormemente. Me callé como un muerto, no fueran a darse cuenta del olvido y a meterme. (Salir de un grupo de wasap de amigos es realmente jodido, es como una ofensa al sentido de la amistad.)
Conclusión: me gusta estar solo. No siempre, claro; pero a veces sí. Y en esta sociedad del coleguismo, el jajismo, el buenrollismo, y la omnipresente presencia de amigos y conocidos a través de las redes, cada vez resulta más complicado.
****
En la cola del Mercadona, un señor da su DNI a la cajera y deletrea: T de torrezno. Al tío le traicionó su subconsciente...
15 de abril de 2015
Selectividad tipo test
Si ya muchas veces siento vergüenza al leer los exámenes finales de desarrollo de mis alumnos de 2º de carrera, trufados de faltas de ortografía, discordancias, pleonasmos, y originales palabras de cosecha propia -como "añanamiento de morada"-, no quiero ni pensar lo que esto va a ser ahora, cuando el examen de selectividad sea un examen de tipo test.
Evaluar conocimientos de letras o humanidades con exámenes de tipo test me parece un craso error. En primer lugar, me cuesta entender cómo alguien puede explicar la filosofía de Platón o un punto de la Historia de España mediante respuestas de verdadero y falso. Este tipo de exámenes aniquila los matices humanos de una explicación, la diversidad de opiniones y enfoques, la riqueza de diferentes puntos de vista. Todos han de responder lo mismo, y nadie debe explicar o comentar nada. Por otro lado, todos los institutos impondrán este tipo de exámenes en bachiller, para entrenar a sus muchachos, de modo que muy pronto los chicos no tendrán que redactar nada durante todo el bachillerato.
Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que esto va a ser el golpe de gracia a la ya paupérrima habilidad de redacción de los universitarios españoles.
Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que esto va a ser el golpe de gracia a la ya paupérrima habilidad de redacción de los universitarios españoles.
Todo más fácil, más objetivo, más eficiente. Y más pobre. El analfabetismo rampante gana batallas de la mano de gobernantes ineptos que sólo entienden de números.
Xo weno, ke + da.
O tempora. O mores. (El otro día Emilio me escribió esta frase de Cicerón en un mail, y estaba intentando colocarla en algún momento. Si bien no he escrito el post pensando en ella, me viene como anillo al dedo).
O tempora. O mores. (El otro día Emilio me escribió esta frase de Cicerón en un mail, y estaba intentando colocarla en algún momento. Si bien no he escrito el post pensando en ella, me viene como anillo al dedo).
27 de marzo de 2015
De la compasión a la reflexión... Y al cambio
El shock que sentimos ante tragedias como la del airbus con destino a Dusseldorf es bastante comprensible. Además de compadecer a los fallecidos y a sus familias y amigos, y de rezar por ellos, creo que este tipo de sucesos puede servirnos para recordar una idea importante: somos mortales. Vamos a morirnos. Quizá dentro de muchos años. Quizá esta semana.
En esta sociedad adolescente de la cacha y el botox tendemos a olvidarnos de esta innegable realidad. A este olvido ayudan muchos factores: vamos rápido a todas partes, con lo que no hay momento alguno de soledad que facilite la reflexión; tenemos todo tipo de necesidades y caprichos resueltos, por lo que nos cuesta experimentar nuestra esencial fragilidad; y nuestro relativismo moral nos ha expoliado de las respuestas que nos permitían mirar a la muerte, si no con tranquilidad, al menos con una cierta confianza.
Pero saberse mortal no es malo. Es más, puede ayudarnos a vivir mejor. Saber que nuestro tiempo está tasado nos invita a vivir con más intensidad. Quien es consciente de que tiene que morir, no se dedica a cosas insustanciales, no pierde el tiempo, no se aburre. Tampoco supedita lo importante a lo urgente. Si me fuera a morir mañana... ¿qué haría hoy? Quizá este pensamiento puede llevarnos a dedicar más tiempo a la familia, a llamar a un viejo amigo para intersarnos por él, o a reconciliarnos con un hermano. La muerte pone las cosas en su sitio.
Steve Jobs decía en un famoso discurso que de vez en cuando pensaba: "Si me quedaran pocos días de vida... ¿seguiría obrando igual?", y que ese pensamiento le ayudó a no acomodarse, a dedicarse con generosidad a sus pasiones, y a exprimir de cada momento.
Lo importante no es vivir mucho. Es vivir bien. Ojalá en los minutos de silencio que estos días respetamos, además de mostrar solidaridad con las víctimas y rezar por ellas, cada uno dedique unos segundos a pensar... "Esto no dura para siempre. ¿Estoy viviendo la vida que me gustaría vivir?" y saque alguna decisión al respecto.
Os dejo una película corta de Isabel Coixet preciosa, sobre la sinceridad y la muerte. Son cinco minutos, merece la pena verla.
2 de marzo de 2015
Mal rollo
No sé si solo me pasa a mí. Pero conducir detrás de un coche fúnebre me da mal rollo, aunque vaya vacío.
11 de febrero de 2015
De ingenuos y de listillos
El sábado pasado estaba en una conferencia -este comienzo es realmente pedante-, y se produjo ese momento mágico en el que un ingenuo que ha insertado un vídeo en un power point, hace clic encima y el vídeo no se reproduce. Todo un clásico. Me parece increíble cómo la gente cae una y otra vez en el mismo error. No recuerdo una sola vez en la que dicha función de Power Point haya ido bien.
Pero a ese momento mágico siguió otro. Otro momento mágico que preví con lúcida intuición, porque siempre sigue ineluctablemente al error del power point. Un listillo de entre la multitud, un moderno, un friki, dijo ufano... "Esto con Mac no pasa". Como si él fuese el programador de Mac.
Pues claro que no pasa. Te has gastado 1.500 euros en tu mac, y por eso no te pasa. Ahora bien, para proyectar desde Mac en un proyector normal tienes que llevar un jodido adaptador. Personalmente, prefiero minimizar el ppt y poner el vídeo.
En fin, esos momentos mágicos que ingenuos y listillos nos regalan de vez en cuando.
4 de febrero de 2015
No darles bola
Creo que somos tontos cuando publicamos en las primeras páginas de los periódicos noticias como la de hoy: "Un soldado jordano quemado vivo por el yijadismo". Esta gentuza quiere intimidarnos y aterrorizarnos, y se recrean en ejecuciones crueles, que posteriormente publican en Internet para horrorizarnos. Si damos publicidad a esas imágenes, les estamos siguiendo el juego. Si pinchamos en los vídeos, si publicamos la noticia, si reproducimos la foto, de algún modo estamos siendo sus cómplices, estamos haciendo lo que esperan que hagamos, les estamos dando poder sobre nosotros.
En mi opinión, lo oportuno es ignorar informativamente sus atrocidades -su objetivo es buscar el espectáculo-, al tiempo que política y militarmente se intenta minimizar y poner coto a su salvajismo.
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