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14 de diciembre de 2015
Textos legales y Hello Kitty
El otro día, en unas jornadas sobre menores e Internet, una magistrada se mostraba del todo satisfecha por la nueva redacción del artículo 5 de la Ley Orgánica 1/1996, en la que había participado personalmente y que copio al final del post. A mi la redacción me deprime enormemente. Mientras las leyes se colorean con descripciones bucólicas y pastoriles, que parecen redactadas por la mismísima Hello Kitty, los menores ven pornografía y basura a mansalva. Pero la ley queda estupenda.
No sé cuánto tardará toda esta farsa en desplomarse. El rey va desnudo.
Este es el artículo del que la magistrada se siente orgullosa: "1. Los menores tienen derecho a buscar, recibir y utilizar la información adecuada a su desarrollo. Se prestará especial atención a la alfabetización digital y mediática, de forma adaptada a cada etapa evolutiva, que permita a los menores actuar en línea con seguridad y responsabilidad y, en particular, identificar situaciones de riesgo derivadas de la utilización de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación así como las herramientas y estrategias para afrontar dichos riesgos y protegerse de ellos."
5 de octubre de 2015
Homenaje a Henning Mankell
Hoy ha muerto Henning Mankell, maestro sueco de la novela negra y creador de la saga del inspector Kurt Wallander. Pues bien, se me ha muerto un amigo. Como lector de los libros de Wallander (que leí en catalán para aprender valenciano, paradojas de la vida), me considero amigo de Mankell. La saga me gustó muchísimo: sentí una gran melancolía cuando cerré el último libro, y pensé: that's all folks.
Wallander es un buen tío, un gran policía y una buena persona. Es verdad que suele estar un poco triste, ojeroso y desbordado por los acontecimientos. Es verdad que es torpe en las relaciones humanas, y no sabe cómo tratar a su padre, a su ex-mujer, a su hija. Es verdad que se encuentra un poco desubicado en el mundo, siempre con una taza de café americano en la mano, con sueño, con el apartamento desordenado y con la ropa sucia pendiente de llevar a la lavandería. Pero coño, Wallander es un tío auténtico. Es un héroe de hoy, con sueño, arrugas y colesterol. Un naúfrago en el mar de inseguridades y cambios sociales que le ha tocado surcar, para el que todavía no se han dibujado cartas de navegación. Y así somos todos un poco. Luchando por el bien, intentando poner orden a nuestro alrededor, y soñando con encontrar un poco de sentido en una sociedad tan cambiante y contradictoria... Wallander es uno de los personajes literarios más reales de los he que he encontrado en mi vida, a quien mejor he conocido y a quien más me gustaría conocer.
Además de novela negra de la buena, cada episodio de Wallander denuncia injusticias y abusos que a nuestra sociedad le cuesta encarar: el tráfico de órganos, la trata de personas, los abusos sexuales a menores, la corrupción o el racismo.
Por todo ello, desde aquí quiero rendir hoy un sentido homenaje a Hening Mankell, a la vez que elevo una oración por su alma. Gracias por tus libros. Farewell, maestro. Hasta siempre, amigo.
22 de mayo de 2015
Sugerencias para la noche electoral
No sé si algún político
tendrá la desfachatez de decir este domingo en la sede de su partido la ya
manida frasecita: “Esperamos no defraudar a quienes han depositado en nosotros
su confianza”. Por mi parte, sugiero las siguientes alternativas, más sinceras,
si de lo que se trata es de regenerar la vida democrática, lo que bien puede
comenzar a hacerse llamando a las cosas por su nombre.
“Esperamos no defraudar
al Fisco”. Este sería un comienzo inmejorable, verdadera declaración de
intenciones de quien al día siguiente se dispone a tomar posesión de la llave
de la Caja. En caso de duda, siempre se puede añadir en voz baja la partícula
“más” después del verbo defraudar, como hace José Mota en alguno de sus esqueches.
Dejando a un lado las
arcas públicas y volviendo al electorado, mi primera sugerencia sería la
siguiente: “Esperamos no defraudar a quienes han desconfiado menos de nosotros
que de los demás”. Frase sincera y plenamente ajustada a la realidad social,
como bien saben los consejeros áulicos –o fontaneros- que interpretan sesudamente
las encuestas.
Otra alternativa, que
omite el verbo defraudar –nótese que para defraudar debe haber expectativas de
algún tipo, lo que hoy en día es altamente dudoso-, podría ser: “Esperamos no profundizar la
decepción de quienes nos han votado porque no les ha quedado más remedio”.
Cuántos votantes se sentirán interpelados por tan honesta proclamación…
En cuanto a los partidos
de nuevo cuño, quizá su apelación podría ser la siguiente: “Esperamos no
defraudar a quienes han depositado en nosotros su cabreo”. Apasionante futuro
próximo el de aquél que ha sido llamado a canalizar el cabreo ciudadano en las
instituciones, que ineluctablemente se plasmará en histriónicas actuaciones
parlamentarias. Ante esta perspectiva, uno se acuerda de Ortega, y de las tres cosas que entendía que un diputado no debía hacer en sede parlamentaria: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí... ¿Veremos alguna trifulca o pelea en nuestros Parlamentos en la
próxima legislatura, como hemos visto algunas veces en las Cámaras de países
como Venezuela, Turquía o Ucrania? Al tiempo.
Finalmente, brindo a los
candidatos de siglas más tradicionales mi postrera afirmación: “Esperamos no cabrear
aún más a aquellos a quienes todavía no hemos espantado”. Eso sí que es un
programa político de alguien que quiere mantenerse en el centro del espectro
político…
Para concluir, prometo que si algún político ganador, entre los brindis de cava –o calimocho, que todo se andará-, pronuncia una de las frases que aquí compendio en su noche electoral, mi fe en la regeneración democrática de este país dará un salto importante. Por el contrario, si escucho la monserga de “depositar en nosotros su confianza”, apagaré la televisión con el convencimiento de que por el momento seguimos igual. Entonces a lo mejor sí me apunto al calimocho, a ver si me ayuda a conciliar mejor mis sueños de regeneración democrática…
15 de abril de 2015
Selectividad tipo test
Si ya muchas veces siento vergüenza al leer los exámenes finales de desarrollo de mis alumnos de 2º de carrera, trufados de faltas de ortografía, discordancias, pleonasmos, y originales palabras de cosecha propia -como "añanamiento de morada"-, no quiero ni pensar lo que esto va a ser ahora, cuando el examen de selectividad sea un examen de tipo test.
Evaluar conocimientos de letras o humanidades con exámenes de tipo test me parece un craso error. En primer lugar, me cuesta entender cómo alguien puede explicar la filosofía de Platón o un punto de la Historia de España mediante respuestas de verdadero y falso. Este tipo de exámenes aniquila los matices humanos de una explicación, la diversidad de opiniones y enfoques, la riqueza de diferentes puntos de vista. Todos han de responder lo mismo, y nadie debe explicar o comentar nada. Por otro lado, todos los institutos impondrán este tipo de exámenes en bachiller, para entrenar a sus muchachos, de modo que muy pronto los chicos no tendrán que redactar nada durante todo el bachillerato.
Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que esto va a ser el golpe de gracia a la ya paupérrima habilidad de redacción de los universitarios españoles.
Ojalá me equivoque, pero mucho me temo que esto va a ser el golpe de gracia a la ya paupérrima habilidad de redacción de los universitarios españoles.
Todo más fácil, más objetivo, más eficiente. Y más pobre. El analfabetismo rampante gana batallas de la mano de gobernantes ineptos que sólo entienden de números.
Xo weno, ke + da.
O tempora. O mores. (El otro día Emilio me escribió esta frase de Cicerón en un mail, y estaba intentando colocarla en algún momento. Si bien no he escrito el post pensando en ella, me viene como anillo al dedo).
O tempora. O mores. (El otro día Emilio me escribió esta frase de Cicerón en un mail, y estaba intentando colocarla en algún momento. Si bien no he escrito el post pensando en ella, me viene como anillo al dedo).
27 de marzo de 2015
De la compasión a la reflexión... Y al cambio
El shock que sentimos ante tragedias como la del airbus con destino a Dusseldorf es bastante comprensible. Además de compadecer a los fallecidos y a sus familias y amigos, y de rezar por ellos, creo que este tipo de sucesos puede servirnos para recordar una idea importante: somos mortales. Vamos a morirnos. Quizá dentro de muchos años. Quizá esta semana.
En esta sociedad adolescente de la cacha y el botox tendemos a olvidarnos de esta innegable realidad. A este olvido ayudan muchos factores: vamos rápido a todas partes, con lo que no hay momento alguno de soledad que facilite la reflexión; tenemos todo tipo de necesidades y caprichos resueltos, por lo que nos cuesta experimentar nuestra esencial fragilidad; y nuestro relativismo moral nos ha expoliado de las respuestas que nos permitían mirar a la muerte, si no con tranquilidad, al menos con una cierta confianza.
Pero saberse mortal no es malo. Es más, puede ayudarnos a vivir mejor. Saber que nuestro tiempo está tasado nos invita a vivir con más intensidad. Quien es consciente de que tiene que morir, no se dedica a cosas insustanciales, no pierde el tiempo, no se aburre. Tampoco supedita lo importante a lo urgente. Si me fuera a morir mañana... ¿qué haría hoy? Quizá este pensamiento puede llevarnos a dedicar más tiempo a la familia, a llamar a un viejo amigo para intersarnos por él, o a reconciliarnos con un hermano. La muerte pone las cosas en su sitio.
Steve Jobs decía en un famoso discurso que de vez en cuando pensaba: "Si me quedaran pocos días de vida... ¿seguiría obrando igual?", y que ese pensamiento le ayudó a no acomodarse, a dedicarse con generosidad a sus pasiones, y a exprimir de cada momento.
Lo importante no es vivir mucho. Es vivir bien. Ojalá en los minutos de silencio que estos días respetamos, además de mostrar solidaridad con las víctimas y rezar por ellas, cada uno dedique unos segundos a pensar... "Esto no dura para siempre. ¿Estoy viviendo la vida que me gustaría vivir?" y saque alguna decisión al respecto.
Os dejo una película corta de Isabel Coixet preciosa, sobre la sinceridad y la muerte. Son cinco minutos, merece la pena verla.
4 de febrero de 2015
No darles bola
Creo que somos tontos cuando publicamos en las primeras páginas de los periódicos noticias como la de hoy: "Un soldado jordano quemado vivo por el yijadismo". Esta gentuza quiere intimidarnos y aterrorizarnos, y se recrean en ejecuciones crueles, que posteriormente publican en Internet para horrorizarnos. Si damos publicidad a esas imágenes, les estamos siguiendo el juego. Si pinchamos en los vídeos, si publicamos la noticia, si reproducimos la foto, de algún modo estamos siendo sus cómplices, estamos haciendo lo que esperan que hagamos, les estamos dando poder sobre nosotros.
En mi opinión, lo oportuno es ignorar informativamente sus atrocidades -su objetivo es buscar el espectáculo-, al tiempo que política y militarmente se intenta minimizar y poner coto a su salvajismo.
23 de julio de 2014
Espacio libre de niños
Cada vez es más frecuente encontrar establecimientos abiertos al público -hoteles, restaurantes, trenes- donde se prohíbe la entrada con niños pequeños. Y ello porque hay gente a quien le molesta el tráfago continuo de los "locos bajitos" que suben, bajan, gritan y arman jarana.
No voy a negar que hay niños muy mal educados, auténticos tiranos que subyugan a sus padres y pueden amargar la velada a los vecinos de mesa o asiento, haciendo trastadas y llorando si no se atienden sus hipertrofiados deseos.
Sin embargo, que haya unos pocos niños insufribles no jusfica la "niñofobia" que estos locales comienzan a extender. También hay culés insufribles, rubias insufribles, o ingenieros de caminos insufribles, y no por ello prohibimos la entrada a todo el colectivo en un determinado local. Que los niños son pesados y dan algo la tabarra es innegable. Pero prohibir a los matrimonios con niños entrar en un local para que no se vea perturbada la paz del mismo es una barbaridad.
No hay que olvidar que los niños son el futuro de una sociedad, su alegría, su esperanza. En términos menos bucólicos, son los que van a pagarnos las pensiones en unos años.
Si yo fuera un padre y me impidieran la entrada en un local por ir con mis hijos pequeños, respondería lo siguiente, dependiendo de mi estado de ánimo ocasional:
a. que os a todos por culo, ojalá se hunda pronto este puto negocio;
b. mi hijo, que no es rencoroso, os pagará la pensión y os llevará la comida cuando estéis postrados en una silla de ruedas
c. me dais pena, postmodernos decadentes. Extinguíos sin salpicar.
pd. Post dedicado a mis más fieles seguidores, los señores Xipell y Amorós.
18 de mayo de 2014
Lotófagos
Os copio un artículo que publiqué hace dos semanas en el Diario Las Provincias. Tomo ideas de una entrada antigua del blog, algo más desarrollada. Pau, el tono no es muy positivo, lo siento :-(
En su retorno a Ítaca, uno de las pruebas que debe superar Ulises es el tránsito por la isla de los lotófagos. Los habitantes de esta misteriosa isla se alimentan de ciertos lotos, con unas propiedades amnésicas, que les hacen olvidar su identidad: quiénes son, de dónde vienen, a dónde van. Quien come los lotos experimenta una sensación de felicidad y ligereza, pero al precio de renunciar a sus raíces y a su destino. A los pocos días de llegar, Ulises constata con sorpresa las nefastas consecuencias de la dieta de la isla: los hombres de su tripulación se han convertido en lotófagos, y renuncian a continuar su viaje de regreso a casa.
Tras varios años de estudio sobre los riesgos que los adolescentes afrontan frente a las nuevas tecnologías, y tras más de sesenta charlas en colegios, asociaciones e institutos, he llegado a la conclusión de que el principal peligro de Internet y las tecnologías digitales es el mismo que afrontó Ulises en la isla de los lotófagos: la distracción, la amnesia, el olvido. Y si este riesgo nos acecha a todos los usuarios de la Red, los adolescentes son quizá el público más expuesto. Por su menor capacidad de resistencia, su menor madurez y su menor criterio.
Pensemos qué ofrece a los marineros la isla de los lotófagos: despreocupación, entretenimiento, placer. Exactamente lo que tantas veces buscan los jóvenes –y no tan jóvenes- en Youtube, Instagram o Twitter. Las nuevas tecnologías nos ofrecen de modo fácil mil maneras de evasión, ya sea en forma de entretenimiento, información, comunicación con otras personas… Pero, ¿a qué precio?, debemos preguntarnos. Tantas veces, al precio que pagaron los compañeros de Ulises: el de olvidar nuestra identidad, nuestra proveniencia, nuestro destino.
Este precio, además, lo pagamos a todos los niveles. A nivel superficial y diario, cuando abrimos Internet para hacer algo concreto, y lo cerramos media hora después sin haber hecho aquello que inicialmente nos propusimos. ¿No les ha pasado nunca? ¿No es esto ser pequeños lotófagos digitales?
Pero el precio no acaba ahí, en esa calderilla de tiempo desperdiciado. El precio también se paga en billetes grandes, a nivel profundo y existencial. Un uso intemperante de Internet mina la capacidad de concentración; empeora el rendimiento escolar o profesional; debilita las relaciones personales. En la Red todo es rápido, fácil, fugaz. Pero hay muchas cosas que valen la pena que requieren tiempo, trabajo, constancia: precisamente esos hábitos que el uso de Internet desincentiva. Es más, todas las cosas grandes que uno puede heredar o conquistar en la vida –nuestras raíces y nuestro destino-, han requerido o requieren esa combinación de tiempo, energía y paciencia.
¿Es Internet una buena escuela de estas actitudes? La respuesta nos la da una mirada sincera y sin optimismos ingenuos a una amplia mayoría de adolescentes y jóvenes de hoy: no son capaces de leer media hora seguida sin interrupción; de mantener una conversación sin mirar constantemente el móvil; o de visitar un museo o contemplar una puesta de sol sin hacer fotos compulsivamente con su teléfono móvil. No han leído a Cervantes ni a Delibes, les aburre John Ford, no distinguen a Mozart de Beethoven. Ah, y tampoco quieren cambiar el mundo. No tienen tiempo para eso, tienen que twittear y ver videos de risa en Youtube.
Quizá alguno, leyendo estas reflexiones, me tildará de apocalíptico tecnológico, o de pájaro de mal agüero digital. “Estos jóvenes tienen otra sensibilidad, leerán otras cosas, construirán otras cosmovisiones”, sostienen. A quien así piense, le invito a leer detenidamente una de las más brillantes distopías de la primera mitad del siglo XX, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que describe muy bien qué sensibilidad estamos desarrollando. Si Orwell o Bradbury temieron un futuro oscuro donde estuviera prohibido pensar y los libros se quemasen, Huxley, más certero, imaginó una sociedad donde no hiciera falta prohibir o quemar libros, porque ya nadie quisiera leerlos. Temió el advenimiento del reino de los lotófagos: una sociedad adolescente, irrelevante, banal y autosatisfecha. Una sociedad sin raíces ni proyectos; sin sufrimiento, pero sin sentido; divertida, pero intrascendente. Para no olvidarse nada, Huxley también imaginó lotos: el soma, una droga que los hombres del futuro consumen para olvidar su tristeza y su vacío existencial.
Seamos realistas: en gran parte, ese futuro temido por Huxley ha llegado. Los lotófagos ya están aquí. ¿Volver a Ítaca? ¿Con lo bien que estamos aquí?
No pretendo con estas líneas negar las maravillosas oportunidades que Internet y las tecnologías digitales nos ofrecen. Pero olvidar que dichas herramientas tienen sus riesgos, especialmente para los adolescentes, me parece una ingenuidad. Debemos, por lo tanto, defendernos de la fuerza atractiva de Internet, luchando cada día contra la distracción permanente y contra la amnesia de los grandes ideales, que su uso tan a menudo produce. Ignorar estos riesgos, y no prevenir a los más jóvenes frente los mismos, implica abandonarles a la fuerza todopoderosa de las industrias del entretenimiento y de la disgregación. Tengamos el valor de defendernos y de defenderles, como hizo Ulises. No podemos defraudarles, abandonándoles en la isla digital de los lotófagos.
10 de octubre de 2013
Sin noticias de los grises
Estas semanas hemos sabido de dos Universidades cuyos actos de apertura han sido saboteados o interrumpidos por grupos de estudiantes descontentos. El acto de la UPV de Valencia fue interrumpido por los sospechosos habituales, que tras canear a los guardias jurados se introdujeron en el paraninfo y reventaron la ceremonia académica. Por su parte, el rector de la Universidad de Zaragoza decidió suspender su acto -al que acudiría el Ministro de Educación- ante la sospecha de que se producirían incidentes desagradables. A la valentía de invitar al ministro siguió la pusilanimidad de cancelar el acto.
Que unos sujetos cabreados interrumpan un acto académico es inevitable, al menos si lo hacen de forma sorpresiva. Ahora bien, si lo que sucede es que se prevén altercados, creo que lo más sensato no es cancelar el acto, sino advertir a las fuerzas del orden, para que impongan el mismo mediante los actos necesarios. Que, en ocasiones, serán violentos. A nadie le gusta la violencia, pero cuando unas personas amenazan un acto público, y en lugar de protestar mediante medios proporcionados o pacíficos, emplean actos vandálicos, lo oportuno, prudente y justo, es reprimir esas conductas con cierta dosis de contundencia. El flower power no siempre es efectivo. Si lo que se hace es cancelar el acto, se dan alas a los cabreados, que se sienten fuertes e imponen su ley. Y el pacífico ciudadano que estaba interesado en escuchar al ministro, ponerse el birrete académico, cantar el gaudeamus, o emplearse a fondo en el vino de honor, se queda con una extraña sensación.
Ceder ante las amenazas de los bravucones, que en lugar de dialogar o manifestarse con respeto por las ideas contrarias prefieren coger el atajo de la intimidación, es una cobardía. A nadie le gustan los policías con cascos y porras en los titulares. A mí tampoco. Pero a veces son necesarios. Hay personas que no quieren dialogar, y ese es el único lenguaje que comprenden. Si miramos hacia otro lado, terminarán imponiendo su dictadura de la amenaza y del miedo. O, dicho menos finamente, terminarán bebiéndose el vino de honor y meándonos en la pechera.
12 de septiembre de 2013
Discreto elogio a Ana Botella
Evidentemente, la intervención de Ana Botella delante de los miembros del COI para presentar la candidatura de Madrid 2020 fue lamentable. No voy a negarlo.
Ahora bien, en su descargo hay que decir que también tiene mérito atreverse a hablar en inglés delante de tanta gente cuando no tienes ni idea. Prepararte un discurso, memorizarlo, y saltar a la arena. Lo fácil hubiera sido delegar en otro. Ana Botella decidió asumir el desafío, decidió arriesgar.
En España tenemos pánico a hacer el ridículo, y somos expertos en reírnos de quien se atreve a hacer algo difícil y fracasa, como ha sido el caso de Ana Botella. Perdemos tantas cosas por miedo a perder.
Así que nada, aún reconociendo que el nivel de patetismo de su intervención fue mayúsculo, me permito aplaudir discretamente el valor de la alcaldesa, que puso esfuerzo, motivación e ilusión, y saltó a los leones haciendo las cosas lo mejor que supo. Arriesgó y perdió. Pero arriesgó. Los penalties sólo los fallan los que se atreven a tirarlos.
Eso sí, lo raro es que nadie se atreviera a decirle que no saliera. Si no tiene ningún asesor lo suficientemente valiente o sincero para decirle: "no lo hagas, el ridículo será monumental", es para hacérselo mirar.
16 de junio de 2013
Cómo hacer un buen gazpacho con cuatro tópicos sobre el aborto
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Ups, llevo gafas... ¿podré ser considerado como un ser no dotado para la felicidad? |
El verano es tiempo de gazpacho: fresco, sabroso, tonificante (nada que ver, misteriosamente, con el indigesto zumo de tomate...). Pues bien, para gazpachos, el último artículo de Elvira Lindo en la contraportada de El País, hablando sobre la reforma de la ley del aborto. Clandestinas. Bajo este título, propio de una novela del mismísimo Mankell, Lindo nos ofrece un suculento gazpacho a base de tópicos proabortistas del feminismo ochentero más granado.
Ingredientes los tiene todos: mujeres delincuentes, salas oscuras donde se practican abortos secretos e insalubres -para la madre, supose-, obispos, Francisco Franco (¡!), el Papa, mujeres sometidas que tornan a la minoría de edad o huyen al extranjero. Echo de menos a Rouco Varela y al Opus, pero en fin, a esta gente ya toca darles un descanso, no se puede ser la sal de todos los platos.
Ahora bien, el toque personal y mágico nos lo ofrece Lindo cuando señala que no se puede obligar a ninguna mujer a traer al mundo a "seres no dotados para la felicidad". Curiosa categoría de seres ésta, que será necesario perfilar. ¿Quiénes son los seres humanos -curioso olvido de Elvira, que omite el término humanos- no dotados para la felicidad? ¿Serán acaso los seres humanos que tengan una enfermedad o malformación? No, conozco enfermos felices ¿Los que no son queridos por sus padres? Tampoco, conozco hijos de auténticos cabrones que son felices ¿Los que tienen en rojo la cuenta corriente? Ejem, sería mi caso... Creo que estamos ante un concepto nuevo, original, único e indescifrable. Un auténtico arcano de la cocina de Lindo, el secreto de la abuela que todo gazpacho exquisito que se precie ha de tener...
Y que yo, lego en materias culinarias, intuyo que es este: los seres no dotados para la felicidad son aquellos seres humanos que a Lindo y a sus correligionarias les dé la santa y real gana.
PD. Para que no digan que hago publicidad encubierta: Cómo hacer un buen gazpacho
25 de agosto de 2011
La Vanguardia y Rouco Varela

Estoy pasando unos días en Barcelona, y he de reconocer que leo con agrado La Vanguardia. Al tratar el viaje del Papa a Madrid para presidir la JMJ, me sorprenden dos cosas: todos los articulistas hablan muy bien del evento, cosa que me agrada; y todos aprovechan su tribuna para darle un pequeño pescozón a Rouco Varela, que por lo visto no tiene mucho predicamento por estos lares.
En lugar dirigir invectivas contra Rouco, mejor harían los pequeño burgueses catalanes que escriben y leen La Vanguadia en preguntarse porqué las diócesis catalanas son las que menos jóvenes han llevado a Cuatro Vientos a esa fiesta de la juventud cristiana.
Menos meterse a arreglar la casa del vecino -que por cierto trabaja mucho y bien por llenar las parroquias que tiene encomendadas-, y más preguntarse por el páramo espiritual que presenta su "iglesia nacional".
11 de junio de 2007
Limonada y mediasnoches

Muchos se alegran de las recientes noticias, que anuncian el ingreso en prisión de dos ilustres terroristas, de cuyos nombres no me da la gana acordarme. Personalmente, me parece penosa la evidencia de que el principio de la división de poderes, imprescindible para una verdadera democracia, ya no existe en nuestro país. Estos señores (por llamarles de algún modo) van a ir a la cárcel porque al Gobierno le interesa y cuando el Gobierno ha querido. Los jueces han sido, simplemente, la longa manus del Ejecutivo, brazo ejecutor de sus deseos.
Y algunos todavía celebran esta patética farsa con limonada y mediasnoches.
Y algunos todavía celebran esta patética farsa con limonada y mediasnoches.
8 de junio de 2007
Acuerdos básicos

Hoy copio una cita de un Catedrático de Derecho Constitucional que me parece muy muy interesante... quizá hasta imprescindible. Mi numen se agosta.
"Toda forma de vida en comunidad presupone un acuerdo en lo fundamental, un conseso sobre aquellas cuestiones que por ser básicas o esenciales para el desarrollo de la vida en común deben de quedar al margen, o por encima, de la inevitable discusión cotidiana. En caso contrario, es decir, cuando todos los días se pone todo a discusión, el resultado es el hastío, la ruina de la empresa común y, en el terreno político, la desintegración.
Ninguna comunidad -ni de dos ni de cuarenta millones de personas- puede soportar la discusión permanente de sus fundamentos0". (J. J. González Encinar)
Pues eso. Así nos luce el pelo...
24 de abril de 2007
A un sólo click

Estaba a un click de enviar una carta al director criticando a un político por unas declaraciones recientes. Se trata de uno de esos personajillos de nuestra vida pública, que uno se imagina más en un entremés cervantino que rigiendo los destinos de nuestra nación. Pues bien, he decido borrar lo escrito –seleccionar todo + supr- y ahorrarme el comentario hiriente, aunque me hubiera quedado muy a gusto enviándola.
Y es que lo que nos hace falta a los españoles no son sólo agudas críticas, que yo prefiero dejar a otros, sino puntos de encuentro. Tendamos puentes.
Quien no se crea que la carta estaba escrita y lista para enviar puede verla aqui.
18 de abril de 2007
¿Regulamos la prostitución?

Esta semana el Parlamento español ha rechazado la posibilidad de regular el ejercicio de la prostitución, llamando también la atención sobre la profunda vinculación entre ésta y el tráfico de personas. Me alegro mucho de esta decisión por tres motivos:
1. Supone parar los pies a todos aquellos que se están haciendo de oro con la desesperación de otras personas (sólo la desesperación puede llevar a alquilar tu cuerpo y tu intimidad). Muchas mujeres, gracias a esta decisión, se librarán de este “trabajo”, indigno de todo ser humano.
2. Es un paso contra la hipocresía de hablar tanto de igualdad de la mujer mientras se tolera el tráfico de mujeres y su utilización como un mero objeto de placer.
3. Por fin una decisión conjunta del PSOE y del PP en un tema controvertido... rara avis. Es algo como para que lo celebremos.A ver cuánto llueve hasta que tengamos otra decisión tan consensuada y acertada.
5 de marzo de 2007
Cosas que valen la pena

Hay que huir, buscar tablas de salvación, lugares donde poder estar juntos. Necesitamos motivos de alegría. Beber infusiones muy calientes (poleo menta, manzanilla con anís, té), ir a coger setas, cantar en la ducha, salir a pescar, orinar en el mar, comer espárragos trigueros. Todavía quedan muchas formas de sentirnos humanos. No le pido que abdique del ejercicio del pensamiento, sólo que de vez en cuando escape del aire enrarecido de la politización.
Anímese. Salga de las filas de los cabreados. Contamos con usted. Para nosotros, usted es insustituible.
2 de marzo de 2007
Disciplina de partido

Parece que el reciente rechazo, por parte de dos diputadas populares, de la iniciativa legislativa popular a favor de la configuración heterosexual del matrimonio ha provocado molestias en el seno del PP. "Es inaceptable que dos diputadas de nuestro grupo parlamentario se desmarquen de este modo de nuestra disciplina de partido", parece ser el sentir entre los populares.
Pues mire usted, no sólo no es inaceptable, sino que sería lo deseable. Que los grupos parlamentarios actúen de modo monolítico, sin fisuras, sin disidencias, no es lo natural. Porque tampoco lo es que todos los votantes de un partido opinen igual en todos los temas. Lo lógico es que dentro de un mismo sentir político haya diversas opiniones, sensibilidades, posturas. Y que esa diversidad se plasme en las votaciones. Lo contrario es gregarismo, ausencia de pluralismo y de diálogo. Vamos, la enfermedad de la democracia. Y esa enfermedad afecta, hoy por hoy, a todos los grupos parlamentarios. ¿Alguien se imagina un diputado socialista votando contra la negociación con ETA?
Pero parece que es lo que hay. Disciplina de partido. ¡Qué lejos queda ese ideal de "tantas cabezas, tantas ideas"! ¡Qué cerca estamos de esa constatación de Julián Marías: "donde todo el mundo piensa igual, casi nadie piensa demasiado"!
21 de febrero de 2007
Yo pensaba

Yo pensaba que los políticos estaban para servir a un país, no para servirse de él. Yo pensaba que la televisión estaba para informarse, no para deformarse. Yo pensaba que ser compatriota de alguien era un grado de complicidad, no un motivo de enfrentamiento. Yo pensaba que el deporte era para hacer amigos, no para sembrar enemistad.
Yo pensaba que beber vino era una buena forma de olvidar todos los desengaños anteriores. No una sustancia peligrosa.
Yo pensaba que beber vino era una buena forma de olvidar todos los desengaños anteriores. No una sustancia peligrosa.
Ahora… ¿qué me queda?
24 de enero de 2007
El sueldo de Pepiño Blanco

Algunos políticos del PSOE han hecho público su sueldo, y requieren al señor Rajoy para que haga lo propio y cuente a todos los españoles cuánto gana. Lo que ocurre es que el señor José Blanco no ha ganado un euro en su vida fuera del PSOE, y Mariano Rajoy es registrador de la propiedad.
A Rajoy le sale caro estar en política: un registrador de la propiedad gana mucho más dinero que un diputado. ¿Ocurre lo mismo con Pepiño? Quizá por eso los políticos de carrera, como el Sr. Blanco, se aferran de ese modo al poder, y hacen lo posible y lo imposible por conservarlo... aunque haya que dilapidar el propio Estado Español. Porque fuera de su partido no son nadie.
A Rajoy le sale caro estar en política: un registrador de la propiedad gana mucho más dinero que un diputado. ¿Ocurre lo mismo con Pepiño? Quizá por eso los políticos de carrera, como el Sr. Blanco, se aferran de ese modo al poder, y hacen lo posible y lo imposible por conservarlo... aunque haya que dilapidar el propio Estado Español. Porque fuera de su partido no son nadie.
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