En la Historia casi todos los poderosos –líderes civiles y/o religiosos- han procurado acallar a los que les llevaban la contraria. Pero este intento no es patrimonio exclusivo de los líderes religiosos, no se olvide.
Lo que pasa es que ahora quiere negarse a los líderes religiosos el derecho a la libertad de expresión. Si el Papa dice que el aborto es inmoral, estamos antes una represión por parte de fanáticos religiosos. Pues vaya. Aquí el fanático es aquel al que le molesta que otros den libremente su opinión. El que sólo distingue entre palmeros y enemigos.
Yo estoy a favor de la libertad de expresión de todo el mundo, lleve túnica, sotana, chaqueta de pana o tanga. Que luego quiera formar mi opinión escuchando a unos o a otros es harina de otro costal. Lo malo es que en pleno siglo XXI hay fanáticos que niegan a otros su libertad de expresión. Unos están en África y el mundo árabe. Otros visten de Armani y recogen premios cacareando tópicos anticlericales.
Joder, Amenábar, dime de qué presumes y te diré de qué careces.