11 de octubre de 2011

No mirar hacia otro lado



Desde hace unos meses la escalada de violencia en México no para de crecer. Los asesinatos, que se multiplican, van acompañados ahora de "performances" tales como la exhibición de cadáveres colgados en puentes de autovías, el lanzamiento de cabezas en la puerta de escuelas, etc.

Igual que México, otros países son esclavos del tráfico de drogas internacional, una serpiente de dolor y delincuencia que, como señaló hace no mucho el Santo Padre, siembra sufrimiento e injusticias allí por donde pasa.

Resulta sencillo señalar a los cárteles de la droga como los responsables primeros de estas barbaridades. Lo que es más incómodo es señalar a los consumidores de droga de EEUU y Europa -quienes fuman marihuana en la cafetería de la universidad, vamos, o se meten sus rallitas antes de salir de fiesta- como los responsables últimos de esas atrocidades.

Basta ya. Dejemos de mirar hacia otro lado. La satisfacción del desenfreno del Primer Mundo tiene víctimas, con nombres y apellidos.