28 de noviembre de 2007

Limpiarse los zapatos



Cuando uno decide limpiarse los zapatos, siempre tiene que posponer ocupaciones más premiosas. Pero no lo olvidemos, es una de las tareas más gratificantes de la jornada. Uno se remanga la camisa, e introduce la mano en el interior del zapato, parsimoniosamente, despaciosamente. La palma de la mano reconoce a la perfección el propio zapato –formas, textura, calor-, y se encuentra allí como en casa –extremo que evidentemente nunca ocurre si el zapato pertenece a otro titular.

Es preciso aplicar bien el betún –siempre de lata o frasco, nada de inventos integrados postmodernos como Kiwi o Kanfort-, distribuirlo en porciones adecuadas, evitando mancharse la muñeca. Siempre el empeine es la parte más agradecida, mientras que el talón se resiste un poco, debido a su pronunciada convexidad. Por esto el talón siempre se deja para el final.

Es en este preciso momento, terminando el primer zapato, cuando el aroma del betún nos transporta a otra realidad, más genuina, natural, campera. Todos tenemos antepasados curtidores, ganaderos, marinos o mineros, cuyos idus parecen insinuarse ahora en nuestro espíritu, conjurados por ese cálido olor a pez. Es un instante de contacto quasisacerdotal con nuestra estirpe toda.
Finalmente, el cepillado nos devuelve a la realidad. Roto el hechizo del rito por los rápidos movimientos del cepillo, ya posamos nuestros pensamientos en la próxima ocupación, y las prisas paulatinamente regresan a nuestra jornada. Se colocan los zapatos en un lugar discreto del cuarto de baño con una serena satisfacción, y mientras nos limpiamos las manos con algo de jabón, sabemos que el día que amanezcamos difuntos, nos gustaría tener un par de zapatos fieles, recién limpiados la noche anterior, que nos esperen para llevarlos por toda la eternidad.
Próxima entrada sobre: la vía retronasal, clave en la lucha contra el stress (si alguien tiene y quiere aportar ideas, serán muy bienvenidas)

26 de noviembre de 2007

Argumentos, mitos e interrogantes sobre el dinero de la Iglesia

Copio una lista de argumentos interesantes sobre los dineros de la Iglesia... por si son de interés.



(vídeo promocional que ha publicado la Conferencia Episcopal Española)

Desde el 1 de enero de 2007, la Iglesia Católica sólo percibe del Estado español lo que los contribuyentes deciden a través de su asignación tributaria. Todavía hoy en España circulan muchos mitos sobre los dineros de la Iglesia. Unos por desconocimiento, otros simplemente por prejuicios. Veamos algunos ejemplos:

1. "La Iglesia es una institución con rnucho poder y dinero”. FALSO. La Iglesia católica en España, desde el punto de vista civil no es una institución o un holding cuya cabeza es la Conferencia Episcopal. La Iglesia se concreta en 69 diócesis, 22.700 parroquias, etc. Cada entidad goza del la autonomía que le confiere el derecho canónico y, en consecuencia, no se puede hablar de una organización económica única.

2. "El Estado financia a la Iglesia miles de millones de euros, una cantidad enorme". FALSO. La única cantidad que recibió la Iglesia para su sostenimiento en 2006, fueron 144 millones de euros. Si esa cantidad la comparamos con los 20.000 sacerdotes y las 22.700 parroquias, apenas saldría para pagar el recibo de la luz y unos 300 euros/mes por sacerdote.

3. "El Estado subvenciona o regala a la iglesia 3.000 millones de euros para sus colegios". FALSO. El dinero que aquí se menciona corresponde a los conciertos educativos. Es decir, al dinero destinado para que los padres puedan ejercer su derecho a la libertad de enseñanza. Ese dinero, recibido por los colegios, cubre escasamente el sueldo de los profesores de los centros. En realidad, son los colegios de la Iglesia los que ahorran, a día de hoy, más de 3.000 millones de euros a la Administración Pública, ya que esta destina para cada niño escolarizado en un centro concertado la mitad de dinero que en un colegio público.

4. "La Iglesia no rinde cuentas a nadie". FALSO. Todos los años, la Conferencia Episcopal remite a la Dirección General de Asuntos Religiosos una memoria de 300 páginas donde se detallan uno a uno el total de los movimientos económicos realizados con el dinero recibido.

5. "La Iglesia mantiene grandes privilegios fiscales". FALSO. El régimen fiscal previsto en la Ley 49/2002 para las entidades no lucrativas de nuestro país superó ampliamente el régimen acordado para la Iglesia en 1979. En consecuencia, podemos afirmar que las entidades de la Iglesia tienen, en un 99%, el mismo régimen fiscal que cualquier fundación, la ONCE, la Cruz Roja, etc.

6. ¿Porqué un Estado laico tiene que colaborar con la Iglesia en su financiación? Hay muchas razones. Al margen de las motislaciones históricas (desamortizaciones del siglo XIX), la demanda de servicios religiosos en España (cerca de 8:millones de ciudadanos acuden a misa cada domingo), justifica por si misma la colaboración del Estado, que debe atender a los requerimientos de los ciudadanos.

7. "La Iglesia sería más libre si renunciara a toda ayuda estatal". FALSO. Como hemos comentado antes, el hecho de que el Estado financie o colabore con un actividad no debe significar nunca una relación de dependencia con la Administración. El Estado está al servicio de todos los ciudadanos y debe colaborar en el desarrollo integral de la persona en sus múltiples dimensiones. Esto es lo que justifica, entre otras, la atención a la dimensión cultural, (cine, teatro, museos, bibliotecas, arte..), deportiva y por supuesto su dimensión trascendente.

8. "Yo estoy dispuesto a colaborar con la obra social de la Iglesia, pero no con su Jerarquía ni con el mantenimiento de los curas". Quien así opina desconoce lo que es la Iglesia. Es cierto que la Iglesia en España despliega una importantísima obra social. Hay más de 3.500 centros asistenciales donde son asistidas más de 2.500.000 personas cada año. Especial mención merece la actividad con aquellos más necesitados (enfermos de sida, presidiarios, emigrantes, sin recursos, etc.), contando con más de 60.000 voluntarios en Caritas. Pero toda esa actividad, muy valorada por toda la sociedad, no nace por generación espontánea. Los que desarrollan esta actividad han recibido previamente el anuncio de la Buena Noticia de Cristo Resucitado, a través de una predicación en la Iglesia y viven y alimentan su fe en la Iglesia. Han aprendido que Dios les ama y que les propone darse a los demás, descubrir que en el prójimo está el rostro de Cristo. No se puede desligar la actividad asistencial de la actividad evangélica y litúrgica de la Iglesia.

9. "Los curas viven muy bien". FALSO. Sobre este asunto también hay una grave confusión. Los sacerdotes, con carácter general, tienen una retribución que oscila entre los 600 y 850 euros al mes. Cotizan por el salario mínimo y a la hora de la jubilación perciben de la Seguridad Social la pensión mínima. Algunos disponen de vivienda parroquial, no siempre en buenas condiciones y en general, no se puede afirmar que tengan un nivel de vida por encima de la media.

10. "La Iglesia tiene mucho dinero en bolsa. ¿No dice que es pobre? ¿Por qué no lo da a los más necesitados?". Entre 40.000 entidades es lógico que haya dinero invertido, pero no son sobrantes. Se trataa de fondos procedentes de herencias, donaciones y fundaciones con fines propios y cuyos rendimientos financian de manera permanente actividades como educación, formación sacerdotal, desarrollo asistencial... Dichas actividades dependen de la permanencia de esos fondos y de su adecuada gestión, profesional, conservadora del capital y con criterios éticos.

Fernando Giménez Barriocanal

20 de noviembre de 2007

Una uña en el pasillo


Se trata de un drama cotidiano.
A todos nos ha pasado. ¿Será una pajita? ¿Un palo? Y uno se agacha ingenuamente para retirar ese pequeño resto blanco que ocupa intrusamente el centro de nuestro pasillo. Es a mitad de descenso cuando uno constata, no sin cierta repugnancia, que está ante un ejemplar de uña perfectamente recortada por humanos dientes caninos. Uña perfecta, cuarto creciente. Como la jodida sonrisa del gato en Alicia el país de las Maravillas. En ese momento la confusión nos turba, siempre. Nuestro intelecto busca responsables, y ante la imposibilidad de hallarlos con certeza, siempre se opta por una de las dos siguientes actitudes. Siempre. Da igual la latitud y la cultura: pocas veces ha existido tal unanimidad intercultural en la respuesta ante el mismo fenómeno. En la milenaria historia de los hombres hay, como hemos dicho, sólo dos elecciones posibles. Se puede, en primer lugar, recoger la uña y lanzarla por la primera ventana abierta que uno encuentra –procurando pensar en otra cosa que nos distraiga del contenido asco que la uña mordida nos produce-. La otra opción consiste en darle una discreta patadita que deposite la uña a un lado de nuestro camino, confiando en no volver a encontrarnos con ella nunca más, e intentando –sin éxito habitualmente- desechar ese sentimiento de culpa que nos embarga al remover esa desasosegante presencia con una patada.

Así son las cosas.
Por favor, todo el que pueda añadir algo a esta entrada (experiencias, testimonios) que no deje de hacerlo. Me gustaría que este post se convirtiera en un THINK TANK sobre el particular.

3 de noviembre de 2007

La nueva BABY DOWN


Súper juguete y Juguetes Ferre han presentado recientemente su nuevo producto Baby Down, una muñeca con los rasgos de una niña con el síndrome de Down. Uno no sabe si pensar que estos señores se han vuelto locos, o si son de los pocos individuos cuerdos de nuestra sociedad.

Mientras la gran mayoría nos afanamos por construir nuestra imagen personal perfecta (cirugías estéticas, gimnasios, clínicas de adelgazamiento, lentillas de colores y tintes capilares), estas industrias jugueteras alicantinas nos recuerdan una idea fundamental: no nos harán más felices unos bíceps lustrosos ni unas piernas vertiginosas, sino el crecimiento en nuestra capacidad de dar y recibir cariño gratuitamente, y el valor de aceptar a los demás tal y como son, con sus virtudes y sus defectos. Y en estas virtudes tienen un doctorado los niños con síndrome de Down: quien ha tenido uno cerca lo sabe bien. Esos niños sí que tienen mucho que enseñarnos. Ellos todavía pueden sacarnos de esta pesadilla de consumo, velocidad y desesperación en la que la que nos hemos metido y de la que no sabemos cómo despertar.

Enhorabuena pues a esos fabricantes de juguetes. Ojalá que muchos adultos nos decidamos a comprar una “baby down”.