Apocalipsis cognitivo
Gérald Bronner, Paidós, 2022.
NOTA: 5/10
DE QUÉ VA EL LIBRO
Se trata de un
ensayo sobre cómo y por qué malgastamos el tiempo libre en la sociedad digital
con productos audiovisuales superficiales y de baja calidad. Lo leí por
recomendación de JPA. Las expectativas eran altas, y no me ha parecido para
tanto.
RESUMEN - VALORACIÓN
Broner arranca
señalando que en la sociedad contemporánea las personas cada vez tenemos más
tiempo de cerebro libre, que no tenemos que dedicar a satisfacer nuestras
necesidades básicas de alimentación y defensa y podemos dedicar a actividades
intelectuales más elevadas. Este “tiempo cerebral liberado” es un verdadero
tesoro, que bien aprovechado generaría avances impresionantes para la
Humanidad. Aquí ya vendría el primer matiz: no tengo claro que hoy en día
tengamos más tiempo para la reflexión y el reposo que hace 200 ó mil años… pero
en fin.
Sin embargo, los
datos apuntan a que este tiempo “liberado” no lo dedicamos a fines elevados y
constructivos, sino a perder el tiempo con contenidos digitales superficiales,
controvertidos y estúpidos.
Esto se debe a
que nuestra mente tiene una inclinación casi fatal hacia contenidos de cierta
naturaleza –sexo, peligro, miedo, violencia, conflictos, novedad, sorpresa,
egocentrismo, comparaciones-, inclinación que es explotada por los agentes del “mercado
cognitivo” para secuestrar nuestra atención. El autor asocia esta inclinación a
lo morboso en la historia evolutiva de nuestro cerebro y en nuestra condición
animal; personalmente, lo vincularía algo al pecado original.
Brommer señala
que la inclinación hacia esos contenidos –nuestras invariables mentales- es
evidente y natural, como demuestran los datos de consumo de Internet. Hasta hace
poco, podía decirse que la “basura” se consumía por falta de alternativas de
calidad en la televisión; hoy en día dicha afirmación es insostenible: si se
nos ofrece contenido de baja calidad es porque es el contenido que la inmensa
mayoría de personas prefiere consumir. Esta revelación, este desvelamiento, es
lo que Brommer llama “apocalipsis cognitivo”.
La explosión de
la oferta digital está llevando a muchos dilapidar su precioso tesoro
atencional en actividades de placer inmediato, estériles, embrutecedoras, que
devuelven el protagonismo al hombre prehistórico” (p. 151. un respeto por él,
ojo).
Una vez realizado
su diagnóstico –bastante ordenado y claro, pero poco original y con una
fundamentación discutible- el autor discute dos posiciones.
La primera es la
de quienes se obstinan en negar esas invariables mentales o atracción morbosa
en los humanos, acusando de la misma a los programadores o los poderosos. Esta afirmación
parte –para Brommer- de antropologías ingenuas, que piensan que el hombre es
bueno por naturaleza; o que piensan que la política puede cambiarlo todo,
también la naturaleza del hombre.
La segunda –bastante
más forzada- es el neopopulismo, que encierra a los hombres en esas invariables,
explotando esas debilidades intelectuales o aprovechándose de ellas para
conseguir el poder (fake news, discurso del odio o del miedo, etc.).
Al final del
libro Brommer lanza su propuesta. Resumidamente, invita a fomentar el
pensamiento crítico y a resistir ante la curiosidad morbosa. El problema es que
se enreda en rollos científicos, sociológicos y antropológicos confusos que –creo-
ni él mismo se cree ni consigue entender. Vamos, que más allá de explicarnos algo que ya sabíamos -quizá con algo de orden-, tampoco tiene muy clara una solución.
Como comentario
al margen, señalo que el autor tiene resabios de francés laicista y
políticamente correcto, que un poco de risa o lástima, según como se lo tome
uno. Reverencia la democracia, se le llena la boca hablando de progreso,
critica el oscurantismo religioso, pone verde a Trump… En fin, lo que suele venir en el pack de intelectual francés que quiere vender libros.
En conclusión: un
libro más sobre los riesgos de la tecnología digital para el individuo y la
sociedad. No pasará a la historia –no creo que dure un año-, pero tiene alguna
exposición ordenada y ciertas expresiones que pueden ser útiles. Quizá la idea
más potente es la constatación de que entre contenido de calidad y el malo,
aunque lo niegue, la gente prefiere el malo. Nada que no sepamos, pero que a muchos les da pudor
reconocer.
ALGUNAS CITAS
p. 65. LA
INDUSTRIA DEL CHICLE. La industria del chicle está en crisis, Han perdido en
pocos años veinte kilómetros de expositores junto a las cajas de los
supermercardos. La gente mira el móvil.
66. Las pantallas
se han convertido en monstruos atencionales que devoran nuestra atención.
p. 71. ¿Nos
comportaremos como gestores buenos y prudentes, optando por inversiones
seguras, o al contrario, nos jugaremos el capital mental disponible en el
casino de la atención?
p. 91. PELIGRO.
Al igual que el azúcar nos apetece y no
siempre es fácil resistir esa tentación, la información que pretende alertarnos
de un peligro nos atrae irresistiblemente. [En el mercado de la atención] lo
que determina el éxito de un producto es su capacidad de llamar la atención.
(…) Esta es una de las razones por las cuales nuestro espacio público se ha
visto invadido estos últimos años por toda clase de alertas sanitarias o
medioambientales no siempre justificadas.
p. 94. MIEDO.
Argumentos del miedo y la sospecha. Estos argumentos son más fáciles de
producir y rápidos de difundir que los que permiten restablecer los hilos de
una confianza absolutamente necesaria para la vida democrática.
103. CONFLICTO.
Nos cuesta resistirnos a la atracción cognitiva que representa una situación de
conflicto. (…) Algo en nuestro cerebro empuja esa información al primer plano
de nuestra conciencia. (…) El enfado, igual que el sexo y el miedo, será un
buen soporte emocional para conferir cierta viralidad a un producto cognitivo.
Hay una ADICCIÓN AL ESCÁNDALO.
116. Conflicto
para llamar la atención. Tanto en los programas de debate como en reality
shows, se busca el enfrentamiento, se crea artificialmente si hace falta, ya
que es un buen producto para captar nuestra disponibilidad mental.
120. LO NUEVO.
Hay una fuerza que nos impulsa a prestar atención a lo imprevisto, la sorpresa
y la exploración. (122). Sin esta disposición a explorar, muchos animales
saturarían su espacio y acabarían extinguiéndose. (…) La sorpresa, el
acontecimiento, lo inédito y, en general, lo posible incierto en todas sus
formas constituyen imanes poderosos para nuestra atención.
p. 155. El
objetivo de una serie de publicistas y especialistas en marketing es hacernos
confundir e placer con la felicidad.
p. 174. Antes de
ganar la batalla de la convicción es preciso ganar la de la atención.
p. 262. Hay una
pendiente muy fuerte que nos conduce a la demagogia cognitiva, a la fascinación
por lo negativo y que, en general, permite que se imponga la cara oscura del
apocalipsis cognitivo; sin embargo, esa pendiente no es irresistible.
p. 269.
Necesitamos realizar cada uno una declaración de independencia mental.