Cómo ser
conservador. Roger Scruton
Editorial: Biblioteca Homo
Legens
El libro en dos frases
Hemos recibido una herencia valiosa que hay que preservar y trasladar a nuestros hijos. Las cosas valiosas son difíciles de construir y fáciles de dilapidar, con lo que cualquier persona sensata que ama la herencia recibida se preocupa por conservarla en lo que tiene de positivo.
Comentario
Scruton es un
pensador británico abiertamente conservador (oh sorpresa). Su punto de partida
es que es que debemos conservar las cosas valiosas que hemos heredado, con la
clara conciencia de que es mucho más fácil destruir que construir. “El
conservadurismo surge de una intuición que todas las personas maduras pueden
compartir sin problemas: la percepción de que las cosas buenas son fáciles de
destruir pero no son fáciles de crear” (p. 24). P. 73: El conservadursimo es la
filosofía del apego. Tenemos apego a las cosas que amamos, y deseamos
protegerlas contra la decadencia. Parafraseando a otro pensador –cuyo nombre no
recuerdo-, Scrutton dice que toda persona especialista en un tema, respecto del
mismo es conservador.
Scruton nos
invita, en primer lugar, a valorar y preservar las cosas buenas que hemos
recibido, con las que nos une un apego: la patria, la familia, el paisaje, el
arte, la belleza, la tradición. Este conjunto de dimensiones valiosas
–denominadas “dominios de valor”-, constituyen los ámbitos en los que las
personas están llamadas a realizar una aportación personal y en los que puede
florecer: la religión, la familia, el trabajo, la amistad, el ocio, el arte.
Cada país, cada cultura, transmite una herencia valiosa en estos ámbitos.
Esta herencia,
propia de cada cultura y de cada nación, es el sedimento histórico de
costumbres y prácticas valiosas. Frente a un amor al hombre abstracto y
desencarnado, Scruton defiende el apego a la propia nación, a la propia
familia, al vecino. En esta conducta no hay egoísmo o nacionalismo, sino un
orden que nos permite conocernos y amar también al extranjero y al extraño. De
alguna manera, solo quien tiene un hogar y valora lo suyo es capaz de entrar en
diálogo y respetar a otras personas con sus propios hogares e ideas. Por poner
un ejemplo, sólo quien tiene un hijo y lo quiere más que a nadie en el mundo,
es capaz de comprender el amor que los demás sienten por los suyos. El
espectador neutral, el que no tiene vínculos de apego fuertes a lo propio, en
el fondo es un extraño a la realidad del resto de seres humanos, cuando no se
convierte –en el peor de los casos- en un utopista peligroso.
La herencia que
hemos recibido está amenazada por diversas fuerzas, que a lo largo del libro el
pensador inglés pretende desenmascarar. En cualquier caso, todas esas
corrientes “destructivas” tienen facetas positivas. De ahí que al presentarlas,
Scruton identifique las verdades que cada una de esas corrientes encierra, cuya
exageración o deformación son las que resultan peligrosas. Entre los peligros,
se ocupa expresamente del nacionalismo, el socialismo, el capitalismo, el
liberalismo, el multiculturalismo, el ecologismo y el internacionalismo.
Entre las
principales amenazas, me ha parecido que el libro destaca dos:
Estatalismo. Es
la creencia o filosofía que sostiene que son los poderes públicos quienes deben
llevar la voz cantante en la configuración de los dominios de valor. Este
intervencionismo, para Scruton, ahoga la iniciativa privada y agosta el
florecimiento de las sociedades. El papel del Estado debe limitarse a
garantizar las condiciones para que la sociedad civil se desarrolle, sin
pretender sustituir la creatividad de los individuos y las sociedades
intermedias con su iniciativa, que termina asfixiando la iniciativa privada. Desde
posiciones estatalistas y socialistas se ven las instituciones sociales y los
dominios de valor como enemigos del Estado: la religión, la familia, la
empresa. Para estas posiciones, todo debería provenir del Estado.
Mundialismo.
Pretende hurtar la toma de decisiones de los países y residenciarla en
organismos supranacionales, alejados del sentir de los vecinos y nacionales y
guiados por ideas tecnocráticas. En este sentido, el autor protesta contra la
“transferencia de poder de políticos electos que tienen que dar cuenta ante sus
ciudadanos a burócratas políticamente irresponsables y no electos”. Para
Scruton, la política es el arte de defender lo propio, que, en cuanto tal, se
ha recibido y se quiere dejar a las generaciones futuras. Difícilmente un organismo
internacional va a tener ese apego a las realidades valiosas propias de cada
comunidad, de cada región y de cada país. Sin un nosotros, sin un hogar, no hay
algo valioso por lo que comprometerse.
El libro se
cierra con la transcripción de la Declaración de París, un texto que pretende
reivindicar la mejor herencia cultural europea frente a la disolución que el
relativismo y el materialismo están generalizando en el continente europeo.
Sin ser el libro
de mi vida, me ha resultado interesante.
Algunas citas
Conservadurismo.
P. 23. Hay dos tipos de conservadurismo, uno metafísico y otro empírico. El
primero se basa en la creencia de que hay cosas sagradas y el deseo de
defenderlas contra su profanación. (…). El segundo nos dice que hemos heredado
colectivamente cosas buenas que debemos esforzarnos por conservar.
24. Construir es
difícil, destruir fácil. El conservadurismo surge de una intuición que todas
las personas maduras pueden compartir sin problemas: la percepción de que las
cosas buenas son fáciles de destruir pero no son fáciles de crear. (…) En
relación a tales cosas, la obra de destrucción es rápida, fácil y euforizante;
la obra de creación, lenta, laboriosa y aburrida. Esa es una de las lecciones
del siglo XX. Es también una de las razones por las que los conservadores se
enfrentan a una situación tal de desventaja cuando se presenta ante la opinión
pública. Su posición es correcta, pero aburrida; la de sus detractores,
emocionante pero falsa. A causa de esta desventaja retórica, los conservadores
defienden a menudo su postura en el lenguaje de la lamentación.
p. 40. La riqueza
solo puede distribuirse si primero se crea. (…) La sociedad está compuesta por
personas que se asocian libremente y forman comunidades de intereses que los
socialistas no tienen derecho a controlar ni autoridad alguna a proscribir.
p. 43. Visita a
Polonia y Checoslovaquia. “Sentí el hechizo maligno de un mundo completamente
desencantado”.
p. 46. Me di
cuenta de que este deseo de controlar la sociedad en nombre de la igualdad,
expresa exactamente el desprecio por la libertad humana que encontré en Europa
del Este. (…). Los individuos deben ser libres, libres de las insolentes
pretensiones de quienes desean rediseñarlos.
p. 54. Somos
herederos colectivos de cosas a la vez excelentes y escasas, y para nosotros la
vida política debe tener un fin prioritario: el de conservar esas cosas a fin
de legarlas a nuestros hijos.
p. 59.
TRADICIONES. Las tradiciones sociales importantes no solo son costumbres
arbitrarias, que podrían o no haber sobrevivido en el mundo moderno. Son formas
de conocimiento. Contienen los residuos de muchos ensayos y errores (…).
Destruidlas inconscientemente y veréis desaparecer la garantía que una
generación proporciona a la siguiente.
p. 65. El oikos
–la casa- es el lugar no solo mío o tuyo, sino nuestro. (…) Virtudes como la
frugalidad y el autosacrificio, el hábito de ofrecer y recibir respeto, el
sentido de la responsabilidad: todos esos aspectos de la condición humana que
nos forma como custodios y guardianes de nuestro patrimonio común surgen
mediante nuestro crecimiento como personas, creando islas de valor en un mar de
precio.
P. 73: El
conservadursimo es la filosofía del apego. Tenemos apego a las cosas que
amamos, y deseamos protegerlas contra la decadencia.
p. 78. Alerta
contra la tiranía de la mayoría. La opinión mayoritaria puede equivocarse; los
deseos de la mayoría pueden ser malvados; la fuerza de la mayoría puede ser
peligrosa. Hay algo más importante que la mayoría, a saber: la persona que
disiente de ella. Debemos proteger a esa persona. Es quien puede plantear la
pregunta que ninguna mayoría quiere escuchar, que es la pregunta de si esto es
correcto.
En las páginas 77
y siguientes hace una defensa de la nación –o el nacionalismo en el sentido
positivo- interesante. Señala que es el sentimiento de apego a lo propio y a
vivir juntos. En ese marco cabe el disenso. Queremos estar juntos y amamos lo
nuestro. Discrepamos, pero no nos destruimos. Es más o menos lo que pasa en una
familia. Es donde surgen las políticas de compromiso. Se crea un nosotros que
hace posible la convivencia. Quizá es lo que en España está desapareciendo. Qué
compartimos: territorio, idioma, historia, costumbres.
Esta idea positiva de patriotismo, que invita a valorar lo propio –aunque
se afiance en mitos nacionales de dudosa veracidad-, es discutida por la
cultura del rechazo. En lugar de sentirnos orgullosos de aspectos de nuestra
historia, se deconstruye y ridiculiza, haciéndolo parecer una impostura y un
engaño. En esta cultura del rechazo surgen los ataques al Estado nación y a la
idea nacional. (De la declaración de París: esta actitud de repudio cultural
funciona como una forma barata y fácil de ser crítico). 90. Pero el
conservadurismo es una cultura de la afirmación. Trata de las cosas que
valoramos y de las cosas que deseamos defender.
92. Problema del
socialismo. Muchos se adhieren a una doctrina de justicia social según la cual
no es una desgracia sino una injusticia que gente honrada entre en la vida con
desventajas que no pueden compensar con sus propios esfuerzos.
93. Verdad del socialismo.
Cuanto más recibimos de la sociedad, más debemos dar. Obligación de gratitud.
Verdad denuestra mutua dependencia, y de la necesidad de hacer lo que podamos
por extender los beneficios de la pertenencia social a aquellos cuyos propios
esfuerzos no les bastan para alcanzarlos.
94 y 95. Problema
del Estado de bienestar: crea clase social de dependientes, que nunca ha vivido
de su propia industria; y no contemplan un límite presupuestario. Son
insostenibles.
98. cuando tu
presupuesto lo proporciona el Estado, votarás por el político que prometa
aumentarlo más. De esto modo, los partidos de izquierdas han podido crear
bloques de votantes fiables, comprando votos con los impuestos de quienes votan
en la dirección contraria.
130. Hay bienes
que no pueden ponerse a la venta, ya que hacerlo es destruirlos, bienes como el
amor, el sexo, la belleza y la comunidad. (… Es precios resistir a su
mercantilización). Implica educación, costumbres, cultura y la labor de la
sociedad civil (…). No podemos ya escapar a la mercantilización de la vida que
la prosperidad nos ha aportado de modo natural. Pero podemos esforzarnos por
disciplinarla mediante el buen gusto, el amor a la belleza y el sentido del
decoro.
131. Liberalismo.
Ok respeto al individuo. Riesgo: lenguaje de los derechos humanos. Y este es
uno de los peligros inherentes en cualquier legislación que regule derechos
humanos, a saber, que pone en manos del ciudadano corriente una herramienta con
la que puede revertir hasta la pieza más esencial de política pública en favor
del individuo, con independencia del interés o el bien común.
148. La retórica
de los derechos ha pasado de las libertades a las reivindicaciones, y del
tratamiento igualitario a resultados iguales.
163. Sobre
multiculturalismo e integración del inmigrante. La corrección política nos
conmina a ser tan inclusivos como podamos (…). Y a fin de ser inclusivos se nos
anima a denigrar lo que se considera más específicamente nuestro. (…) La afable
defensa de la inclusión esconde el deseo, cualquier cosa menos afable, de
excluir al antiguo excluyente; en otras palabras, repudiar la herencia cultural
que nos define. La mentalidad de ¡muerte
a nosotros! Se dedica a desarraigar viejas e insostenibles lealtades. Y
cuando las viejas lealtades mueren, con ellas muere la vieja forma de
pertenencia.
173. Sobre los
nuevos dogmas. 166. Cualquiera que aspire a una carrera profesional en una
universidad americana encontrará útiles las creencias feministas, así como las
creencias raciales le eran útiles al apparatchik en la Alemania nazi. (…) en un
brevísimo espacio de tiempo se encontró la universidad dominada por otro tipo
de teología, una teología sin Dios, desde luego, pero no menos insistente en la
sumisión incuestionada a una doctrina, y no menos ardiente en la persecución de
herejos, escépticos y refutadores. La gente ya no acaba en la hoguera por sus
opiniones; sencillamente, no obtienen una cátedra o, sin son estudiantes,
suspenden la asignatura. Pero en efecto es similar, es decir, reforzar una
ortodoxia en la que nadie cree realmente.
185-186. Dice que
no mejorará la deriva de contaminación un comité internacional (burocracias sin
apego a los lugares), sino el Estado nación. La nacionalidad es una forma de
apego territorial. (Ciertas formas de protección del medio ambiente locales)
tienen éxito porque apelan a un motivo natural: el apego común a un lugar
compartido. (…). Ese, me parece, es el objetivo hacia el que avanzan el
ecologismo serio y el conservadurismo serio: el hogar, ese lugar donde estamos
y que compartimos, en lugar que nos define, que mantenemos en fideicomiso en
nombre de nuestros descendientes y que no queremos arruinar.
202. La fe
cristiana se ha retirado del espacio público, dejando un vacío que invaden sin
resistencia el nihilismo, el materialismo y el islam militante.
230.
OPORTUNIDADES Y LIBRE INICIATIVA. Las oportunidades no se fomentan cerrando
cosas –colegios privados o universidades buenas donde personas destacan, añado
yo-, sino abriendo cosas. (…) Ya que la educación ha crecido a partir de
instituciones autónomas, necesitamos más, no menos, de estas instituciones, así
como medios de asegurar que la gente más pobre tenga acceso a ellas. (…) El
deseo de controlar nuestros hábitos ha provocado el ataque a las instituciones
autónomas (…). El efecto a largo plazo es absorber la sociedad civil en el
Estado y someter toda la vida social a una especie de selección ideológica.
249. Sobre los
valores: los valores surgen de proyectos de cooperación. El valor se produce
porque los humanos lo creamos, y lo hacemos a través de tradiciones, costumbres
e instituciones que consagran y promueven nuestra mutua responsabilidad.
Cuáles son esos
dominios de valor?
1.
Religión.
250. Los revolucionarios querían poseer las almas que la iglesia había
reclutado (…). Las revoluciones posteriores han considerado de igual forma a la
Iglesia como el Enemigo Número Uno, precisamente porque crea un dominio de
valor y autoridad fuera del alcance del Estado.
p. 255. Así entendido, el derecho a dar testimonio es fundamental para la
civilización occidental. Declarar nuestras creencias sin amenazar con violencia
a quienes no las comparten y sin pretender tener derecho a otra cosa que al
espacio para darla a conocer, es una de las premisas tácitas de la ciudadanía
tal como hemos venido a entenderla. Pero es bastante interesante comprobar que
no son los islamistas, sino los fanáticos de los derechos humanos, quienes más
se oponen a esta práctica.
2.
Otro
dominio de valor. La familia. 258. La familia ha sido considerada siempre por
todos, desde Saint Just a Lenin, como el enemigo del proyecto revolucionario.
Igual Marx, Engels, los radicales de los años 60 y ahora las feministas.
3.
La
belleza. Critica los ataques que ha sufrido, desde corrientes disruptivas y
transgresoras, que celebran lo feo y ridiculizan lo bello como si fuera
empalagoso, algo de postal navideña. Hay que conservar el amor a la belleza,
frente a las profanaciones que constantemente sufre. La belleza nos ayuda a
construir un hogar. “Y todos nuestros intentos de hacer que nuestro entorno
tenga un buen aspecto –mediante decoración, disposición o creación- son
intentos de extender una bienvenida a nosotros mismos y a aquellos a los que
amamos. De ahí que nuestra necesidad humana de belleza no sea sencillamente una
añadidura redundante a la lista de apetitos humanos. No es algo de lo que
podamos carecer y aún así tener una vida plena como personas”. P. 293.
p. 304. Critica
la censura, que se ejerce por intimidación. No parece ocurrírsele a la gente
hoy que la ortodoxia, la conformidad y la caza del disidente definen la
posición por defecto de la humanidad, o que no hay razón para pensar que las
democracias sean distintas en absoluto en este aspecto de las teocracias
islámicas o de los estados totalitarios de partido único.
305. Destacan
entre los perseguidores (censores) los humanistas, los laicistas y los
defensores de los derechos humanos, para muchos de los cuales es indignante que
personas con opiniones heterodoxas mantengan puestos de relevancia.
309. Importancia
de la EDUCACIÓN. No hay causa más importante, estoy convencido, que la de la
enseñanza, que tiene que liberarse paulatinamente del Estado y devolverse a la
sociedad. La libertad de los ciudadanos para establecer sus propios colegios,
contratar profesores con verdaderos conocimientos y llegar a acuerdos libres y
vinculantes con los padres es una defensa que ha acabado por adoptar el Partido
Conservador. Y el Partido Laborista está decidido a resistir cualquier
iniciativa que dé a lso padres la libertad de escapar a la vigilancia del
sistema (…). NO HAY REFORMA MÁS NECESARIA DESDE EL PUNTO DE VISTA CONSERVADOR QUE
la reforma que permitirá a la más importante de nuestras instituciones
autónomas –la dedicada a la administración de nuestra herencia- evitar que la
capturen sus enemigos.
319. Hay poetas
que han reaccionado a la Ilustración como a una especie de contaminación lumínica
de la que deben salvarse rincones de sombra para que podamos ver las estrellas.
(lo sagrado, lo prohibido, lo sacramental).
La nueva ciudad:
sin rincones, sin sombras, sin secretos.
328. En una
sociedad sin religión, vemos surgir un tipo de contagiosa dureza de corazón, la
premisa universal de que no hay tragedia, ni pena, ni duelo, porque no hay nada
que lamentar. No hay amor ni felicidad, solo diversión.
Citas de la Declaración de París
342. Europa y los
JÓVENES. Para las generaciones más jóvenes de Europa, sin embargo, la realidad
es mucho menos dorada. El hedonismo libertino lleva a menudo al hastío y a una
profunda sensación de sinsentido. El vínculo del matrimonio se ha debilitado. En
el turbulento mar de la libertad sexual, los deseos profundos de nuestros
jóvenes de casarse y formar familias son frecuentemente frustrados. Una
libertad que frustra los anhelos más profundos de nuestro corazón se convierte
en una maldición. Nuestras sociedades parecen estar cayendo en el
individualismo, el aislamiento y la falta de sentido. En vez de libertad, somos
condenados a la vacía conformidad de una cultura guiada por el consumo y los
medios de comunicación. Es nuestro deber proclamar la verdad: la generación del
68 destruyó pero no construyó. Crearon un vacío que ahora se llena con redes
sociales, turismo barato y pornografía.
341. Pero el
futuro de Europa descansa en una renovada lealtad a nuestras mejores
tradiciones, no en un espurio universalismo que exige olvido y auto repudio.
Europa no empezó con la Ilustración.
345. Los
entretenimientos populares y el consumo material no alimentan la vida cívica.
Privadas de altos ideales y desalentada toda expresión de orgullo patriótico
por la ideología multiculturalista, nuestras sociedades tienen ahora
dificultades para aglutinar una voluntad de autodefensa. (...) Tenemos que ser,
una vez más, francos: las sociedades europeas se están descomponiendo. Si
abrimos los ojos, vemos un uso cada vez mayor del poder del gobierno, la
ingeniería social y el adoctrinamiento educativo.
350-351. Tenemos
que recuperar la dignidad de las funciones y los papeles dentro de la sociedad.
Los padres, los profesores y los catedráticos tienen el deber de formar a
aquellos que están bajo su cuidado. Debemos resistir el culto y el dictamen de
los expertos en la materia que se impone a costa de la sabiduría, el tacto y la
búsqueda de una vida cultivada. No puede haber renovación de Europa sin un
decidido rechazo de un igualitarismo exagerado y de la reducción de la
sabiduría a conocimiento técnico.
354. En este
momento, pedimos a todos los europeos que se unan a nosotros en el rechazo de
la fantasía utópica de un mundo multicultural sin fronteras. Amamos, y es justo
que así sea, nuestras patrias y buscamos entregar a nuestros hijos todo lo
noble que hemos recibido como patrimonio nuestro.