9 de diciembre de 2016

La estoica anciana y el teléfono del polideportivo


Hoy he buscado el teléfono de un Poliderportivo municipal en Internet. Google me daba un resultado, con mapa y todo, en la parte derecha de la pantalla. Cuando he llamado, me ha atendido una señora mayor.

- No es aquí. Por favor, díganles a los del Polideportivo que hagan lo posible por cambiar el número de Internet.

- Lo siento mucho. Estará usted harta de llamadas como la mía...

- Pues un poco. Espero que por lo menos me manden una caja de bombones en Navidad.

Me ha parecido una señora de lo más agradable. En su voz se notaba una mezcla simpática de hartazgo y estoica resignación.

Un diez, la verdad. Sería un placer conocer y hacerse amigo de esta víctima de Google places. Otro cualquiera maldeciría en arameo al internauta desorientado, a Google, al polideportivo y al Gobierno. Esta resignada mujer todavía tiene humor para hacer una broma y esperar -contra toda lógica- la llegada de una caja de bombones por Navidad. Igual vuelvo a llamarla para preguntarle la dirección...

De todas formas, quién sabe. A lo mejor hasta las llamadas le hacen compañía. También podría vengarse y hacerse pasar por una recepcionista lunática del polideportivo. O a lo mejor realmente era la recepcionista lunática del polideportivo... Todo puede ser. Habrá que llamar otra vez para investigar.

14 de noviembre de 2016

Súper Luna



En un rato voy con un amigo a la playa a ver la súper luna. Está algo nublado. Quizá el plan no salga del todo redondo.

3 de noviembre de 2016

"Te lo dije" y "Lo sabía"


Me encantan las expresiones: "Te lo dije" y "Lo sabía".

Lo primero que hay que notar es que son expresiones pares, en la medida en que normalmente hay que repetirlas para conseguir todo su efecto:

- "Te lo dije, tío. (Pausa que revela incredulidad y añade dramatismo, mientras se menea la cabeza) Te lo dije".

- "Lo sabía. (Aquí lo adecuado es asentir un poco mientras se levantan las cejas) Es que lo sabía".

Pues sí, lo dijiste, pero con la boca muy pequeña. Y no lo sabías. Sabías que podía pasar, pero pensabas que no iba a pasar ni de broma. Pero ha pasado.

Ambas frases pueden ser pronunciadas con una medio sonrisa de resignación, que reduce la tensión y tiene efectos balsámicos en el orador y su audiencia. Así dichas, son expresiones que nos ayudan a capear un poco los efectos negativos o deprimentes de una situación, a digerirla con un cierto senequismo. Estamos en el agujero, pero bueno, así es la vida. Estamos juntos y vamos a salir.

Ahora bien, "te lo dije" o "lo sabía" también pueden ser arrojados contra aquél con quien compartimos la desgracia y a quien, de alguna manera, responsabilizamos de la situación. Aquí no hay solidaridad, sino culpabilización. En estos casos, las frases multiplican en enfado con uno mismo y con los demás, y producen el efecto de cargarnos de razón. Curioso efecto que nos perjudica al tiempo que nos gratifica. A medida que uno repite "lo sabía" y "te lo dije" se va enfadando más y más, pero también y misteriosamente se siente reconfortado por su habilidad de previsión. Que de nada ha servido por la ingenuidad o empecinamiento del interlocutor.

Sea la versión balsámica o acusadora de las frases, me parece gracioso el efecto psicológico que producen. Objetivamente no cambian nada, la situación se mantiene. Pero subjetivamente lo cambian todo.

Lo cierto es que no somos tan racionales como los señores de las pelucas pensaban, de eso hay duda.

22 de octubre de 2016

No sé por qué


Siempre que recuerdo a tres o cuatro amigos -y a la abuela Maruchi- no puedo evitar sonreír. El mero hecho de acordarme de ellos aligera cualquier preocupación, me hace sentirme más alegre.

Al pensar esto, me ha venido a la memoria un pensamiento de un compañero de trabajo, Miguel Catalán: "El recuerdo del bien es un destello; el del mal, una mancha".

Ojalá mi recuerdo tenga los mismos efectos en alguien. Quién sabe.

PD. Esto también me pasa con algunas palabras, aunque a un nivel más superficial. Por ejemplo, "aeromozo" o "aeromoza", en lugar de azafata o asistente de vuelo. Prueba a usarla. Verás que decirla te alegra.

5 de agosto de 2016

No lo tengo claro



Me pregunto qué es más irracional: ir cubierta con un velo que cubre tu cuerpo y tu rostro, y que sólo deja ver tu ojos; o ir enseñando el sujetador y las lorzas del culo, como acostumbran algunas europeas con las nuevas modas transparentes y de shorts.

Y, la verdad, no lo tengo claro.

3 de agosto de 2016

Qué tonto



No cantaba muy bien. Arias y baladas, supongo. Su hermana -¿sesenta años?- leía a su lado el último libro de Harry Potter, sentada en una vieja sillita plegable. Ella estaba de pie, y acompañaba su canto con leves movimientos de las manos. Delante de ella, un plato de metal con algunas monedas sueltas.

El metro de Londres es un sitio ruidoso, con lo que su canción se mezclaba con el sonido de pasos, el traqueteo de las ruedas de maletas y carritos, y las distorsionadas advertencias a los viajeros a través de altavoces medio averiados.

Cada viajero -miles por hora- podía oirla diez o quince segundos, el tiempo que se tardaba en recorrer los pocos metros de pasillo en el que estaba, tras un recodo y antes de tramo de escaleras. La mayoría ni siquiera le conedía una mirada, tan embebidos iban con sus cosas. Los pocos que la miraban, advertían al instante que era ciega. Nadie detenía un poco sus pasos, ni interrumpía su conversación.

La segunda vez que pasé, le di a su hermana un billete de cinco libras. Algo debió de notar, porque paró de cantar, y dijo "Thank you, sir". Y retomó su canción.

Me pregunto si en lugar de darle dinero, no hubiera sido mejor sentarme un rato a escucharla, e incluso aplaudir un poco entre canción y canción. Creo que sí. Pero tenía algo de prisa. No me interesaban mucho sus canciones. Pensé que con darle algo de dinero era suficiente. Qué tonto.

23 de julio de 2016

Cita de Solzhenitsyn

Releyendo un discurso de Solzhenitsyn en Harvard rescato esta cita.

After the suffering of many years of violence and oppression, the human soul longs for things higher, warmer, and purer than those offered by today's mass living habits, introduced by the revolting invasion of publicity, by TV stupor, and by intolerable music.

El tío dice que la URSS era un infierno, pero que no elegiría EEUU como referente para mejorar su país.
También dice que nuestro consumismo produce personas aburridas y débiles, y que el sufrimiento experimentado en los países comunistas permite el desarrollo de gente con una mayor fuerza espiritual.
El discurso completo puede leerse aquí: http://www.americanrhetoric.com/speeches/alexandersolzhenitsynharvard.htm


7 de julio de 2016

Adoquines



(El otro día me volvió a suceder. Cuando me hube recuperado, volví a sentir ese impulso, ese pálpito, esa energía que me hace irresistible volver por aquí. Y contarlo.)

Era una tarde horrible. Llovía. Llegaba tarde a la estación de tren. No iba especialmente preocupado ni hundido. Las cosas no iban del todo bien, es cierto. Pero todavía tenía el control emocional de la situación. Y entonces ocurrió.

Pisé un adoquín suelto, mi zapato se llenó de agua, y me empapé el calcetín.

Este contratiempo es todo un clásico. Frente a otro tipo de putadas que a uno le pueden pasar en la calle, ésta tiene perfiles muy propios. Chocarse contra una farola, resbalarse, caerse de la bici, o incluso que a uno le cague una paloma... son cosas bien distintas. Estos incidentes, como tantos otros, tienen en común que suelen trascender a terceros. Ello nos genera un componente de verguenza no pequeño, que ojo, no necesariamente es negativo. La verguenza nos distrae del dolor. (He visto a gente alejarse del lugar de su accidente de bicicleta sonriendo, como si no pasara nada, cuando a lo mejor tiene el hombro dislocado, un diente partido y se ha roto los vaqueros nuevos.) La publicidad del revés nos humilla, pero también nos da fuerza para sobreponernos. Además, uno puede maldecir luego secretamente a la farola, la bicicleta, o el ave incontinente.

Sin embargo, pisar un adoquín suelto e inundarse el zapato es una desgracia exclusivamente personal, íntima, privada. No suele ser percibida por terceros, de modo que la desazón no se libera, y nos roe la moral durante unos minutos. Tampoco tiene gran magnitud, lo que imposibilita el volverse a casa y meterse en la cama, o incluso contarlo a un amigo buscando consuelo. Además, el disgusto que sentimos ante la desgracia suele ser desproporcionado, lo que nos hace conscientes de nuestra vulnerabilidad emocional.

Aunque nunca compensa del todo la zozobra precedente, lo cierto es que quitarse luego el zapato con disimulo, tocarse con los dedos el calcetín mojado, y darse ligeros masages entre los dedos de los pies, pues oye, también es un pequeño placer.

12 de mayo de 2016

De sorpresa en sorpresa




Que Pedro Sánchez es bastante inepto no sorprende ya a nadie. Sin embargo, escuchar algunas de sus afirmaciones todavía sigue causándome pasmo. Esta semana decía en el telediario: "Iglesias tiene un único enemigo, que es Rajoy; Rajoy tiene un enemigo, que es Pablo Iglesias. Y nosotros tenemos un enemigo: el paro, la corrupción, la desigualdad". Pues vaya. Ahora entiendo sus problemas a la hora de contar diputados. Y me estremezco al pensar que este caballero pueda llegar a ser el máximo responsable de la economía o la educación en España.

Con motivo del IV Centenario de la muerte de Cervantes, se suceden las noticias, los homenajes y los eventos. Hace unos días TVE se descolgaba con un mini-reportaje -ambientado en las calles de una ciudad del norte de África-, en la que señalaba que Cervantes no era xenófobo ni anti musulmán, sino más bien una persona tolerante y adelantada a su tiempo (aquí está el enlace). Y es así, por supuesto. Cervantes se quedó manco porque le mordió un perro; y estuvo cinco años en Argel haciendo interrail. Claro que sí.

Otra cosa que tenía en el tintero. El otro día celebramos en Valencia la fiesta de la Virgen de los Desamparados. La devoción tiene su origen en una fundación cristiana promovida por Juan Gilberto Jofré para cuidar a los locos y otros desamparados -huérfanos, viudas, prostitutas, etc. Finales del siglo XIV. Al recordar su historia, pensé en Rousseau, paladín de la Ilustración, que abandonó a sus hijos recién nacidos, uno detrás de otro, hasta cinco según parece. Siglo XVIII. Rousseau, un prohombre del progreso, un humanista ilustrado. Los cristianos medievales, tarados oscurantistas y retrógrados.

2 de marzo de 2016

El último reducto


Nuestra sociedad ha encontrado un lugar para los inadaptados sociales. Un último reducto donde se muestran en su hábitat natural, desinhibidos y con un punto de orgullo. Se trata de la última sección de los telediarios. Tras los deportes. Observa atentamente, y verás desfilar a todo tipo de personas, personajes y personajillos difícilmente clasificables. Todos de lo más variopinto, con gafas curiosas, chalecos brillantes, pelos de colores y acentos de voz únicos.

Gente friki. Gente alternativa. Gente de lo más pecular. Gente realmente interesante.