21 de abril de 2010

Esperar en casa del vecino



Aunque no era lo común, algunas veces sucedía. Uno se olvidaba la llave, o llegaba a casa a una hora imprevista, y no había ni el tato. La alternativa no era llorar, jugar con el móvil, sentarse a esperar o ir al bar. Era llamar al timbre del vecino (en mi caso, los reaño o los puerta) y poner cara de pena con una medio sonrisa.

Los primeros impactos siempre eran los mismos: las pantuflas del propietario y el olor característico de cada casa -ninguna casa huele igual-. Te servían una coca-cola y eras aparcado delante de la televisión, el ordenador, o algún juego de mesa. Al rato oías ruido en casa, te despedías educadamente y llamabas a casa. Sonrisa entre los padres -muchas gracias y tal- y a hacer los deberes o poner la mesa.

Me pregunto si en educación para la ciudadanía, además de explicar cómo ponerse un condón, explicarán este tipo de conductas vecinales. o a lo mejor son reminiscencias tardofranquistas, qué sé yo.

20 de abril de 2010

Etiquetas



Soy una VAV (Volcano Ashes Victim). Vine a Londres a un congreso y desde el sábado estoy esperando que abran el espacio aéreo. Durante el congreso conocí a un profesor español, bastante mayor que yo, y estos días hemos hecho juntos un poco de turismo.

Es toda una experiencia pasar un día entero con una persona a la que no conoces de nada. Se habla de cosas de lo más dispares, a veces anodinas, a veces interesantes. Hay que ir buscando puntos en común, para que la conversación no languidezca.

Inconscientemente, uno va tratando de situar a su interlocutor en alguna de las categorías en las que clasificamos a la gente. Yo tardé varias horas. Al final lo conseguí, cuando en un ciber café mi compañero consultó las noticias en la web de dos medios claramente posicionados ideológicamente.

Las etiquetas nos ayudan a saber con quién estamos y desde dónde nos hablan. Y por eso son interesantes. Pero empobrecen mucho nuestra permeabilidad, nos previenen y activan nuestros prejuicios.

Me encantó la experiencia de estar tanto tiempo con una persona sin saber qué etiqueta ponerle. Creo que le traté mejor, sin encasillarle de partida. Y aprendí muchas cosas.