26 de agosto de 2012

El concierto a los colegios del Opus


Estos días se armado cierto revuelo con motivo de una Sentencia del Tribunal Supremo que justifica la denegación de conciertos educativos a colegios que escolarizan a los alumnos separando a los chicos y a las chicas.

Tras la sentencia, en seguida la polémica en la prensa, en la que abundan términos como: discriminación por razón de sexo, sexismo, o segregación. En este asunto, se me plantean dos reflexiones:

1. ¿Destinaremos dinero público a promover la candidatura olímpica de Madrid? Tengo mis dudas, en la medida en que el COI organiza unas Olimpiadas segregacionistas y sexistas, en las que se impide que hombres y mujeres compitan juntos.

Es evidente que no toda separación es discriminatoria. Los fabricantes de cuartos de baño de las gasolineras no son sexistas, aunque separen hombres y mujeres. Separar no significa marginar ni discriminar, siempre y cuando la separación obedezca a razones sólidas, y no arbitrarias. Y parece que los ritmos de aprendizaje de chicos y chicas es diferente, con lo que la separación no resulta injustificada.

2. Muchos medios de comunicación emplean en sus noticias sobre el tema los términos discriminación, sexismo, segregación. Son términos fuertes, de una gran carga connotativa. El término segregación viene de la segregación racial del apartheid. Discriminación y sexismo son también palabras duras. Emplearlas en el contexto educativo no es imparcial, y supone un prejuicio contra la educación diferenciada. Son términos inaceptables, vaya. Planteemos el debate en los siguientes campos semánticos: respeto de la diferencia, derechos de las minorías, uniformización estatalista, dogmatismo educativo, pensamiento único, etc. Nos irán mejor las cosas a los que defendemos la existencia de diversas opciones educativas.

23 de agosto de 2012

Distopías


Anoche terminé de leer "Un mundo feliz", de Aldous Huxley. En los últimos años he leído las cuatro distopías más populares de la primera mitad del siglo XX: 1984, El señor del mundo, Farenheit 451 y Un mundo feliz.

Las cuatro me han gustado mucho, y me parecen enormemente preclaras en sus previsiones. Las intuiciones más acertadas de cada una de ellas me perecen las siguientes.

Un mundo feliz. (1932, Aldous Huxley). En esta novela los hombres del futuro están esclavizados por el hedonismo y el placer, que les hace estar "a gusto" y no hacerse preguntas sobre el sentido de la vida o la verdad. El sexo, practicado sin ningún tipo de límite ni responsabilidad, es el opio del pueblo. También es interesante el pánico ante el envejecimiento o la soledad.

1984. ( 1948, George Orwell). De las cuatro, me parece la mejor novela en cuanto a argumento, aunque es profundamente pesimista. Es muy interesante cómo describe un mundo en el que nadie tiene intimidad, y el poder sabe qué hacemos y qué pensamos en cada momento. Es la novela del Gran Hermano.

El señor del mundo. (1904, Robert Hugh Benson) Describe un mundo globalizado con un gobierno mundial. Impera la dictadura de lo políticamente correcto, y bajo una pretendida tolerancia, se acosa a todo aquél que pretenda sostener una verdad diferente a la opinión generalizada. La Iglesia Católica, tan anclada en sus antiguas creencias, es el enemigo público número 1.

Farenheit 451. (1953, Ray Bradbury). Impresionante descripción de un mundo en el que los libros están prohibidos. Las personas viven narcotizadas por productos audiovisuales que invaden sus domicilios, cuyas ficciones superficiales colonizan sus neuronas convirtiéndoles en seres humanos infantiloides, consumistas e irrelevantes.