27 de abril de 2017

Un nuevo puritanismo ciertamente alarmante


Del tercio de cerveza con pincho de tortilla en el bar, la colonización americana con su estandarización rampante nos deslizó casi sin darnos cuenta a la coca-cola con un donuts. No lo comparto, pero bueno, haciendo un esfuerzo lo puedo entender.

Lo que no deja de sorprenderme es cómo de ahí pasamos sin solución de continuidad a la triste y solitaria pieza de fruta, cada vez más extendida, que uno consume sobre su escritorio mientras lee la prensa en Internet. Llevarse una pera, un plátano o una manzana al trabajo para tomarla a las 12 delante de una pantalla, además de ser una tristura, manifiesta una inversión de valores realmente alarmante. Del rato de descanso con amigos en el bar hemos pasado a la obsesión individualista por la dieta sana, aséptica y sin vida, que ya no tiene alegría para compartir con nadie, aísla a los gordos y a los fumadores, considera pecado los pequeños auto-homenajes culinarios, y admira a mujeres digitales retocadas con Photoshop, en lugar de saludar con un "hola guapa" a la camarera de todos los días, que tiene un trasero mucho más prosaico, pero también más genuino.

A dónde vamos a ir a parar...

Llámame loco, pero tiendo a desconfiar de la gente que a mediodía toma una pieza de fruta.