28 de abril de 2008

Agua de Valencia

Iba a comentar algo del tema de los piratas del cuerno de África y la recompensa que hemos pagado para que les liberaran, pero... tengo un tema mucho más interesante para todos.




El viernes debuté haciendo "Agua de Valencia". Lo cierto es que tenía medios muy limitados, pero quedó buena. Un buen de zumo de naranja -me faltó colarlo algo más, al final masticábamos la pulpa-, champán, anís y un poco de brandy. Me pasé un poco con el anís, por lo que hubo que aplacar su sabor recurriendo al socorrido chorrito de Trina de naranja -con el público expectante no era cosa de ponerme a exprimir más naranjas-. La gente comentó que estaba buena, aunque le faltaba cuerpo -entiéndase por cuerpo, alcohol-. La próxima vez me ceñiré más a la receta que hoy he encontrado en Google, que incluye cuantró, ron y ginebra. Confío en que estos licores dotarán de personalidad a mi jugo.
De todos modos, con la botella en la mano, prefiero dejar lugar a la improvisación. Todo gourmet creativo deja siempre un espacio a la inspiración, inspiración que delimita la frontera entre un mero técnico y un verdadero artista. Y hay que aspirar a los carismas superiores...

13 de abril de 2008

Cómo conseguir ayudas a la dependencia?


No deja de ser paradójico que los que sacan pecho por las ayudas a las personas con dependencia son los mismos que justifican su eliminación sistemática en el útero de la madre.

(La respuesta a la pregunta de arriba es sencilla: consiguiendo nacer)

Words, words, words



En la batalla contra la vulgaridad nos jugamos mucho. Por eso es bueno aprender a catar un vino; a reconocer el romero, la murta, el hinojo, la lavanda; a disfrutar de un paisaje y de un boquerón en vinagre. Hoy os propongo hacer un esfuerzo por recuperar algunas palabras que se van oxidando en los arrabales del diccionario, pero que son tan bonitas.

- meandro
- delirante
- vestigio
- zalamero
- estrafalario
- democracia a la búlgara. (¿?)

Si todos procuramos utilizarlas esta semana, habremos hecho un favor a nuestra sociedad, redimiéndola de su zafiedad, rampante.

(Por favor, indica en los comentarios el contexto en el que has “colocado” la palabra, lo que será una ayuda para los demás).

1 de abril de 2008

Ir al Carrefour


(la foto no tiene nada que ver, pero está muy guapa, eh?)


Entrevistada por un motivo que no viene al caso, una señora mayor concluía sus declaraciones con el siguiente aserto: “Y cuando me siento sola, me voy al Carrefour”.

Esa huida hacia el Carrefour para espantar la soledad me ha dado mucho que pensar. ¿Realmente estaría menos sola en el Carrefour que en su casa? Acaso el trajín de los compradores, la música ambiente, las promesas publicitarias que la señalan como un prometeo destinado a paladear la felicidad, la distraen un poco de su triste día a día. La sumergen en un anonimato dulce y gelatinoso, que disuelve su memoria, su conciencia y su identidad en un marasmo de placer y consumo.

Me la imagino deambulando por los pasillos, valorando ofertas, palpando prendas de ropa para comprobar su calidad. Disimulando que no tiene nada que hacer allí, más que dar vueltas y vueltas para no quedarse sola frente a la vida, frente a su indigencia, frente a su soledad.

A la hora de salir del supermercado, cierta vergüenza de no llevarse nada a casa. Quién sabe, quizá hasta compre alguna baratija para no sentir la marginación de no llevarse nada debajo del brazo: algo grande y barato, que se amontona luego en algún trastero de su hogar, sin designio de ser utilizado nunca por nadie.

Caminar de regreso, lento. Un suspiro al meter la llave en la cerradura. Se prepara una tortilla triste en la herrumbrosa cocina, y vuelve a encontrarse consigo misma, facturas, problemas y frustraciones.
Los recuerdos fluorescentes carrefourianos le permiten conciliar, al menos por un día, un sueño plácido y sereno.