14 de noviembre de 2016

Súper Luna



En un rato voy con un amigo a la playa a ver la súper luna. Está algo nublado. Quizá el plan no salga del todo redondo.

3 de noviembre de 2016

"Te lo dije" y "Lo sabía"


Me encantan las expresiones: "Te lo dije" y "Lo sabía".

Lo primero que hay que notar es que son expresiones pares, en la medida en que normalmente hay que repetirlas para conseguir todo su efecto:

- "Te lo dije, tío. (Pausa que revela incredulidad y añade dramatismo, mientras se menea la cabeza) Te lo dije".

- "Lo sabía. (Aquí lo adecuado es asentir un poco mientras se levantan las cejas) Es que lo sabía".

Pues sí, lo dijiste, pero con la boca muy pequeña. Y no lo sabías. Sabías que podía pasar, pero pensabas que no iba a pasar ni de broma. Pero ha pasado.

Ambas frases pueden ser pronunciadas con una medio sonrisa de resignación, que reduce la tensión y tiene efectos balsámicos en el orador y su audiencia. Así dichas, son expresiones que nos ayudan a capear un poco los efectos negativos o deprimentes de una situación, a digerirla con un cierto senequismo. Estamos en el agujero, pero bueno, así es la vida. Estamos juntos y vamos a salir.

Ahora bien, "te lo dije" o "lo sabía" también pueden ser arrojados contra aquél con quien compartimos la desgracia y a quien, de alguna manera, responsabilizamos de la situación. Aquí no hay solidaridad, sino culpabilización. En estos casos, las frases multiplican en enfado con uno mismo y con los demás, y producen el efecto de cargarnos de razón. Curioso efecto que nos perjudica al tiempo que nos gratifica. A medida que uno repite "lo sabía" y "te lo dije" se va enfadando más y más, pero también y misteriosamente se siente reconfortado por su habilidad de previsión. Que de nada ha servido por la ingenuidad o empecinamiento del interlocutor.

Sea la versión balsámica o acusadora de las frases, me parece gracioso el efecto psicológico que producen. Objetivamente no cambian nada, la situación se mantiene. Pero subjetivamente lo cambian todo.

Lo cierto es que no somos tan racionales como los señores de las pelucas pensaban, de eso hay duda.