26 de marzo de 2007

Crisis


(hoy me permito una entrada más larga... comprenderé que alguno no lea entera)

Nuestros conocimientos técnicos avanzan galopantes, mientras que nuestros recursos morales y nuestras seguridades, se desmoronan lenta pero inexorablemente. Somos muy buenos en el hacer: la técnica levanta monumentos que las más agudas predicciones de los escritores futuristas de hace veinte años difícilmente alcanzaban a imaginar. Sin embargo, a la pregunta de quiénes somos no podemos responder. Es más... me atrevo a decir que a nadie le importa.

La pregunta que no alcanza a responder el ciudadano del occidente globalizado es: ¿a qué puedo atenerme? El hedonismo socava los cimientos de todo lo estable. Cuando apenas hemos terminado de leernos el libro de instrucciones de nuestra televisión, el mercado ya la denomina “cachivache anticuado”, y nos ofrece un nuevo modelo. Los políticos, obsesionados por los resultados electorales, son incapaces de pensar en plazos superiores a cuatro años. La muerte de las ideologías ha dejado paso a un electoralismo feroz, alejado de los problemas reales de la gente real: es el triunfo del cortoplazismo. La religión se refugia en sus cuarteles de invierno, incapaz para muchos de hacer frente al festín consumista que se sirve en bandejas de plata en brillantes centros comerciales. La universidad, otrora buscadora de la verdad y foro de diálogo, es hoy un coto inane sólo para iniciados, y se debate entre el servilismo pragmático al mundo de la empresa y la discusión bizantina alejada de la realidad que justifique la nómina mensual. Miles de inmigrantes asaltan nuestras fronteras, rostro vivo de la desesperación, mientras nuestras sociedades se hastían de la más vacía de las opulencias.

Es el bostezo de Europa. El hastío del rico. Cuando se tiene de todo, no se sueña con nada. Y cuando no se sueña con nada, el aburrimiento es total. Se cae en el tedio más absoluto. A la muerte de Dios, está sucediendo el suicidio del hombre. Eutanasia. Mercado. Medicina del deseo. Egoísmo. Políticas liberales ajenas a la comunidad, a la familia, al bien común. Políticas orientadas a satisfacer los caprichos egoístas de los pudientes.

Sin costumbres, sin proyectos políticos, sin religión, sin universidad. Borrachos de consumo. Técnicamente perfectos. Qué difícil va a ser, para nuestros hijos, la resaca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

First of all, I want to give you my most sincere congratulations for your post. It reflects rightly the human value´s earthquake in the European society.
I want to consider with you a great sentence pronounced by an ancient professor in my Filology faculty:
"We are more than we know we are, and the more we search, the more we try, the less we understand; the less we achieve happiness"