30 de mayo de 2008

Va de corbatas



Esas corbatas de lana que llevaban los viudos en los bautizos de hace veinte años no han dicho su última palabra. Cambiando un poco sus grises plomizos por otros colores menos apagados –trigo, membrillo, cebada- son magníficas compañeras para los meses de otoño e invierno. Finalizando mayo no queda más remedio que guardarlas, sustituyéndolas por sedas más ligeras y vivas, flores, paramecios, amarillos y palmeritas. Pero cuando llegue el primer frío de octubre volverán a estar ahí, siempre otoñales, sin estridencias, calentitas.

Una corbata de lana es como un amigo de la escuela, como un tango sinuoso en un rincón de la memoria, como el olor de la chaqueta de lana del abuelo.

Hay una palabra de este comentario que me gusta especialmente: membrillo. Connotaciones dulces, de atardecer. Sentimientos, a la par alegres y decadentes. Meriendas de los años 70, carruseles deportivos con lluvia en los cristales. Fines de semana que agonizan. Si hubiera que buscar un antónimo de la palabra membrillo, sólo se me ocurre Coca-cola.

2 comentarios:

Ion Egúzkiza dijo...

Buena entrada.

Anónimo dijo...

philadelphia