10 de diciembre de 2009

A dónde vamos



Ayer viajé en coche.

Nos pasamos el trayecto oyendo música, en general popera: el Canto del Loco, Pereza, Estopa, y otros grupos que no recuerdo. Descifrar las letras y buscarles el sentido era una actividad entre penosa y difícil: vente a mi casa tengo alcohol, si te llevas mi niñez llévate la parte que me sobre (?), ardió el colchón, siempre bebemos más cerveza de la que podemos tragar, este es un paseo como los de antes en los que nadie se busca nadie quiere encontrarse (?), etc., etc. Todavía no entiendo la concentración y el sentimiento con el que mis acompañantes tarareaban semejante alfalfa musical, como quien recita poemas de Garcilaso (que no es un delantero del Inter de Milán).

Comimos en un McDonals. La comida estaba buena, pero aquello era la locura. Comes a toda prisa. Hay un ruido y un estrés insufrible. Vas dejando basura en tu propia bandeja. La gente entra y sale y normalmente tienes que estar moviendo tu silla una y otra vez. Es totalmente demencial. Además, tengo comprobado que en el McDonals sólo se habla de comida y de ordinarieces.
Dí conmigo: No al pop estúpido. No a comer como un gorrino en el McDonals.
No todo fue negativo. Antes de comer me eché una siesta borreguera que fue una pura gloria.

3 comentarios:

Pablo dijo...

Siempre nos quedarán las siestas.
Y la música en otro idioma.
Y Calamaro. Y los marcianos.
Saludos

Pedro Amorós dijo...

Menos mal que están Los Secretos, el jamón serrano y el ribera de duero!!
Un abrazo!!

maria jesus dijo...

¿Porque lo haces si no te gusta?

Que tengas muy feliz Navidad

Un abrazo