20 de abril de 2010
Etiquetas
Soy una VAV (Volcano Ashes Victim). Vine a Londres a un congreso y desde el sábado estoy esperando que abran el espacio aéreo. Durante el congreso conocí a un profesor español, bastante mayor que yo, y estos días hemos hecho juntos un poco de turismo.
Es toda una experiencia pasar un día entero con una persona a la que no conoces de nada. Se habla de cosas de lo más dispares, a veces anodinas, a veces interesantes. Hay que ir buscando puntos en común, para que la conversación no languidezca.
Inconscientemente, uno va tratando de situar a su interlocutor en alguna de las categorías en las que clasificamos a la gente. Yo tardé varias horas. Al final lo conseguí, cuando en un ciber café mi compañero consultó las noticias en la web de dos medios claramente posicionados ideológicamente.
Las etiquetas nos ayudan a saber con quién estamos y desde dónde nos hablan. Y por eso son interesantes. Pero empobrecen mucho nuestra permeabilidad, nos previenen y activan nuestros prejuicios.
Me encantó la experiencia de estar tanto tiempo con una persona sin saber qué etiqueta ponerle. Creo que le traté mejor, sin encasillarle de partida. Y aprendí muchas cosas.
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6 comentarios:
Cierto, las etiquetas tienen su función, pero hay que relativizarlas para que no nos absoluticemos ni absoluticemos.
Por cierto, añade a "lo mejor de este blog" aquello de Alquilar una pizza. Genial.
Mare meua menudo papelón... espero que pronto dejes de ser VAV.
Etiqueta va y etiqueta viene. ¡Qué le vamos a hacer! Quitarlas es difícil, ¿no crees? Un saludo
Bien, Juanxo, bien
un saludo etiquetado, Juanxo!!!
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