8 de junio de 2024

De manías y carriles



Poco a poco -será la edad- mi vida transcurre por raíles relativamente fijos. Supongo que es lo que empieza a pasarle a la gente de mi edad. Los padres se libran un poco porque su casa y su agenda son invadidas por anarquistas bajitos expertos en dinamitar costumbres y sabotear raíles. Pero no es mi caso, por lo que los carriles fijos van ganando espacio en mi rutina. Cosa que me asusta, la verdad. Pero que tampoco está en mi mano evitar sin empezar a hacer cosas raras.

Uno de esos raíles es la perfecta ubicación de mis zapatillas de andar por casa cuando me acuesto. Las coloco de tal modo que cuando me levanto mediodormido para ir al baño mis pies aterrizan en ellas a la perfección. Pues bien, cuando hoy a las tres a.m. me encaminaba al baño he dado una patada a la pata de la cama. Gracias a que iba calzado, he sufrido un dolor muy moderado. De vuelta en la cama me he imaginado con veinte años menos chutando la pata de la cama descalzo, y saltando a la pata coja con la punta del pie cobijada detrás de la rodilla maldiciendo en hebreo.

Me he dormido burlándome un poco de mi yo de 20 años, que vale que jugaba al fútbol y tenía un carácter más flexible y no tenía manías de viejo en plan Mejor imposible ni se levantaba a mear por las noches, pero que daba puntapiés a patas de cama metálicas sin tomar las precauciones más elementales, el muy tonto.


PD. Por cierto, escribiendo esta entrada he recordado este cuento, que leí hará 25 años.

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