18 de octubre de 2013

Son de los nuestros


Ayer estuve una hora en un colegio para niños deficientes y con problemas muy profundos. Creo que había unos veinticinco niños. Ninguno de ellos podrá llevar una vida normal. No hablan, muchos no oyen o no ven. Casi ninguno puede andar. Se debaten en un estado intermedio más o menos consciente o vegetal, desde el vientre de su madre o desde una complicación médica en el parto o a las pocas horas de vida. Son juguetes rotos.

La experiencia, que espero repetir semanalmente cada jueves, es fuerte. Pensé mucho en unas palabras de Benedicto XVI en la JMJ de Madrid: "la humanidad necesita un tesoro de piedad y compasión para acompañar a quienes sufren". Y también: "la calidad moral de una sociedad se mide por cómo trata a sus seres más débiles y vulnerables". Recordé también muchas de las palabras del Papa Francisco.

Frente a estos niños no hay razones que valgan. Sólo cabe un silencio respetuoso. Y descubrir que nuestra mejor parte -esa tan escondida entre facturas, planes y gestiones del trabajo- brilla en nuestros ojos cuando miramos, acariciamos y hacemos compañía a esos niños que no han tenido suerte.

Esos niños, y sus padres, son de los nuestros, y no vamos a dejarles en la estacada.

10 de octubre de 2013

Sin noticias de los grises



Estas semanas hemos sabido de dos Universidades cuyos actos de apertura han sido saboteados o interrumpidos por grupos de estudiantes descontentos. El acto de la UPV de Valencia fue interrumpido por los sospechosos habituales, que tras canear a los guardias jurados se introdujeron en el paraninfo y reventaron la ceremonia académica. Por su parte, el rector de la Universidad de Zaragoza decidió suspender su acto -al que acudiría el Ministro de Educación- ante la sospecha de que se producirían incidentes desagradables. A la valentía de invitar al ministro siguió la pusilanimidad de cancelar el acto.

Que unos sujetos cabreados interrumpan un acto académico es inevitable, al menos si lo hacen de forma sorpresiva. Ahora bien, si lo que sucede es que se prevén altercados, creo que lo más sensato no es cancelar el acto, sino advertir a las fuerzas del orden, para que impongan el mismo mediante los actos necesarios. Que, en ocasiones, serán violentos. A nadie le gusta la violencia, pero cuando unas personas amenazan un acto público, y en lugar de protestar mediante medios proporcionados o pacíficos, emplean actos vandálicos, lo oportuno, prudente y justo, es reprimir esas conductas con cierta dosis de contundencia. El flower power no siempre es efectivo. Si lo que se hace es cancelar el acto, se dan alas a los cabreados, que se sienten fuertes e imponen su ley. Y el pacífico ciudadano que estaba interesado en escuchar al ministro, ponerse el birrete académico, cantar el gaudeamus, o emplearse a fondo en el vino de honor, se queda con una extraña sensación.

Ceder ante las amenazas de los bravucones, que en lugar de dialogar o manifestarse con respeto por las ideas contrarias prefieren coger el atajo de la intimidación, es una cobardía. A nadie le gustan los policías con cascos y porras en los titulares. A mí tampoco. Pero a veces son necesarios. Hay personas que no quieren dialogar, y ese es el único lenguaje que comprenden. Si miramos hacia otro lado, terminarán imponiendo su dictadura de la amenaza y del miedo. O, dicho menos finamente, terminarán bebiéndose el vino de honor y meándonos en la pechera.

3 de octubre de 2013

Miley Cirus


Estoy ya bastante cansado de ver en el periódico noticias sobre los escándalos de esta señorita. No me importa una mierda si sale con más o menos ropa, si se destapa un pecho, o si iba drogada cuando actuó como una prostituta en la última gala de vaya usted a saber qué.

Que chicas jóvenes y guapas enseñen su cuerpo para ganar dinero a costa de las miradas -machistas- ajenas no es noticia. Es más, viene siendo una puta tradición desde hace un  puñado de cientos de años.

Ojalá los medios de comunicación serios dejaran de hacer el juego a estas pobres chicas y a los que se aprovechan de ellas.


pd. Ruego al lector que perdone las dos licencias que me he tomado en los primeros párrafos...