Esta semana pasada se ha comenzado el primer proyecto de clonación terapéutica en España. En resumidas cuentas, se trata de fecundar un óvulo con el núcleo de una célula de un adulto enfermo. Se crea así un cigoto con la misma información genética que el sujeto adulto, para utilizar las células de ese embrión con el fin de curar la patología del enfermo. ¿Ventaja? Total compatibilidad genética entre donante y receptor, y eliminación de todo riesgo de rechazo que otro trasplante podría ocasionar. Lógicamente, el ser humano clonado será eliminado una vez cumpla su función terapéutica.
En primer lugar, me pregunto si esta clonación debería adjetivarse como terapéutica o como criminal. Todo depende del punto de vista del que se hable: al adulto se le cura; al embrión se le elimina –con premeditación y alevosía: se le asesina-.
Lo triste es que nos da un poco igual. Nos preocupa más tener las últimas zapatillas de deporte del mercado, o un bolso de piel a juego con los zapatos.
Si clonan o dejan de clonar no nos importa. Queremos poder pagar la hipoteca. Queremos que suba la Bolsa. Queremos que nos dejen en paz con barreras morales que dificultan el presunto avance de una presunta ciencia destinada a curarnos de nuestras enfermedades. Queremos la inmortalidad, no importa el precio. Esto es el mercado, oiga. El egoísmo individual llevará a una sociedad feliz.
Y a los que no queremos ser cómplices de estas aberraciones; a los que no queremos chapotear entre la sangre de inocentes; a los que no queremos tratar a nadie como medio, sino siempre y sólo como fin… nos preocupa más cómo quedará el Madrid este domingo que la suerte que corran los embriones congelados.
En primer lugar, me pregunto si esta clonación debería adjetivarse como terapéutica o como criminal. Todo depende del punto de vista del que se hable: al adulto se le cura; al embrión se le elimina –con premeditación y alevosía: se le asesina-.
Lo triste es que nos da un poco igual. Nos preocupa más tener las últimas zapatillas de deporte del mercado, o un bolso de piel a juego con los zapatos.
Si clonan o dejan de clonar no nos importa. Queremos poder pagar la hipoteca. Queremos que suba la Bolsa. Queremos que nos dejen en paz con barreras morales que dificultan el presunto avance de una presunta ciencia destinada a curarnos de nuestras enfermedades. Queremos la inmortalidad, no importa el precio. Esto es el mercado, oiga. El egoísmo individual llevará a una sociedad feliz.
Y a los que no queremos ser cómplices de estas aberraciones; a los que no queremos chapotear entre la sangre de inocentes; a los que no queremos tratar a nadie como medio, sino siempre y sólo como fin… nos preocupa más cómo quedará el Madrid este domingo que la suerte que corran los embriones congelados.
Somos unos inconscientes. Estamos malditos.
4 comentarios:
¿El embrion tiene vida? ¿Podría llegar a ser una persona si se le dejara?Desconozco todo al respecto, pero quisiera informarme.
Me gusta mucho tu blog, si no te importa, te agrego a mi lista
Yo también tengo una pregunta: el óvulo de la mujer, ¿no aporta nada de información genética al nuevo embrión?
Lo has tratado desde el punto de vista clave. El pan y circo de nuestros días. Si la economía va bien, principalmente, todo va bien. Aquí no pasa nada.
Hola Juan, he visto este texto y se me ha ocurrido que podrías escribir sobre él. tiene que ver con el nescafé... ej que lo he visto y me he acordao ded ti
"...No tiene ese carisma litúrgico de la ceremonia del té japonesa, pero añadir una cucharadita de café soluble a una taza calentada al microondas se ha convertido en un ritual obligado de primera mañana en muchos hogares occidentales...
Es una de esas cosas cotidianas, que tienen su ritual. Una cosa que nos habla de lo ordinario.Seguro que puedes hacer algo
En honor de esos momentos que aunque pasados y lejanos perduran en mi memoria
Oye, oye, a algunos sí nos importa, y no nos da igual, y nos preocupa más que lo que haga el RM -aunque sea meter 6-. Menos mal que hay otras muchas cosas que nos alegran la vida, como que el DKV Joventut gane la Copa: Força Penya!
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