19 de noviembre de 2011

No me discrimines



Estaba cenando con unos amigos. La camarera (no es sexismo, era una chica) nos trajo el plato a todos menos a Q., algo curioso, ya que habíamos pedido todos lo mismo. Cuando pasaron tres o cuatro minutos, Q. se quejó, como dirigiéndose a la camarera... "yo también tengo derecho a comer, no me discrimines". Lógicamente, el plato terminó llegando y cenamos tan ricamente.

Me impactó el "no me discrimines" dicho inconscientemente, sin pensarlo. Si hubiera sido un castizo "no me jodas" no me hubiera chocado, pero el "no me discrimines" es la queja del ciudadano buenista pseudodemocrático para el que no hay otro mal en el mundo que la discriminación.

Quizá la lectura de muchos libros de texto de la LOGSE es la que ha incrustado en el cerebro de mi amigo ese lamento tan zapateril. "No me discrimines". Empezamos a parecer franceses.

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