No sé si algún político
tendrá la desfachatez de decir este domingo en la sede de su partido la ya
manida frasecita: “Esperamos no defraudar a quienes han depositado en nosotros
su confianza”. Por mi parte, sugiero las siguientes alternativas, más sinceras,
si de lo que se trata es de regenerar la vida democrática, lo que bien puede
comenzar a hacerse llamando a las cosas por su nombre.
“Esperamos no defraudar
al Fisco”. Este sería un comienzo inmejorable, verdadera declaración de
intenciones de quien al día siguiente se dispone a tomar posesión de la llave
de la Caja. En caso de duda, siempre se puede añadir en voz baja la partícula
“más” después del verbo defraudar, como hace José Mota en alguno de sus esqueches.
Dejando a un lado las
arcas públicas y volviendo al electorado, mi primera sugerencia sería la
siguiente: “Esperamos no defraudar a quienes han desconfiado menos de nosotros
que de los demás”. Frase sincera y plenamente ajustada a la realidad social,
como bien saben los consejeros áulicos –o fontaneros- que interpretan sesudamente
las encuestas.
Otra alternativa, que
omite el verbo defraudar –nótese que para defraudar debe haber expectativas de
algún tipo, lo que hoy en día es altamente dudoso-, podría ser: “Esperamos no profundizar la
decepción de quienes nos han votado porque no les ha quedado más remedio”.
Cuántos votantes se sentirán interpelados por tan honesta proclamación…
En cuanto a los partidos
de nuevo cuño, quizá su apelación podría ser la siguiente: “Esperamos no
defraudar a quienes han depositado en nosotros su cabreo”. Apasionante futuro
próximo el de aquél que ha sido llamado a canalizar el cabreo ciudadano en las
instituciones, que ineluctablemente se plasmará en histriónicas actuaciones
parlamentarias. Ante esta perspectiva, uno se acuerda de Ortega, y de las tres cosas que entendía que un diputado no debía hacer en sede parlamentaria: ni el payaso, ni el tenor, ni el jabalí... ¿Veremos alguna trifulca o pelea en nuestros Parlamentos en la
próxima legislatura, como hemos visto algunas veces en las Cámaras de países
como Venezuela, Turquía o Ucrania? Al tiempo.
Finalmente, brindo a los
candidatos de siglas más tradicionales mi postrera afirmación: “Esperamos no cabrear
aún más a aquellos a quienes todavía no hemos espantado”. Eso sí que es un
programa político de alguien que quiere mantenerse en el centro del espectro
político…
Para concluir, prometo que si algún político ganador, entre los brindis de cava –o calimocho, que todo se andará-, pronuncia una de las frases que aquí compendio en su noche electoral, mi fe en la regeneración democrática de este país dará un salto importante. Por el contrario, si escucho la monserga de “depositar en nosotros su confianza”, apagaré la televisión con el convencimiento de que por el momento seguimos igual. Entonces a lo mejor sí me apunto al calimocho, a ver si me ayuda a conciliar mejor mis sueños de regeneración democrática…
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