Siempre que recuerdo a tres o cuatro amigos -y a la abuela Maruchi- no puedo evitar sonreír. El mero hecho de acordarme de ellos aligera cualquier preocupación, me hace sentirme más alegre.
Al pensar esto, me ha venido a la memoria un pensamiento de un compañero de trabajo, Miguel Catalán: "El recuerdo del bien es un destello; el del mal, una mancha".
Ojalá mi recuerdo tenga los mismos efectos en alguien. Quién sabe.
PD. Esto también me pasa con algunas palabras, aunque a un nivel más superficial. Por ejemplo, "aeromozo" o "aeromoza", en lugar de azafata o asistente de vuelo. Prueba a usarla. Verás que decirla te alegra.
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