Lo que no deja de sorprenderme es cómo de ahí pasamos sin solución de continuidad a la triste y solitaria pieza de fruta, cada vez más extendida, que uno consume sobre su escritorio mientras lee la prensa en Internet. Llevarse una pera, un plátano o una manzana al trabajo para tomarla a las 12 delante de una pantalla, además de ser una tristura, manifiesta una inversión de valores realmente alarmante. Del rato de descanso con amigos en el bar hemos pasado a la obsesión individualista por la dieta sana, aséptica y sin vida, que ya no tiene alegría para compartir con nadie, aísla a los gordos y a los fumadores, considera pecado los pequeños auto-homenajes culinarios, y admira a mujeres digitales retocadas con Photoshop, en lugar de saludar con un "hola guapa" a la camarera de todos los días, que tiene un trasero mucho más prosaico, pero también más genuino.
A dónde vamos a ir a parar...
Llámame loco, pero tiendo a desconfiar de la gente que a mediodía toma una pieza de fruta.
1 comentario:
¡Agggg, me muero! ¿A qué no sabes que estaba haciendo mientras leía tu post? Era una manzana, eso sí acompañada de un cortadito de máquina bastante rico.
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