26 de septiembre de 2020

Vi un extraterrestre


Éramos cinco. Íbamos a ir de excursión al pirineo, pero la previsión meteorológica era mala. J. propuso ir a Bronchales, a casa de su hermana y su cuñado.

- Están allí con tres hijos, pero creo que tienen hueco. Donde caben cinco, caben diez -apostilló con una sonrisa.

Nos plantamos en Bronchales el sábado por la mañana. Tras una excursión bastante agradable -tampoco aquello es Benasque, pero en fin-, nuestros anfitriones nos prepararon para la cena una barbacoa pantagruélica, aunque lo mejor, como casi siempre, fue la compañía. Terminamos con fruta, helados, café y un pequeño digestivo. Sería la una de la madrugada cuando, tras ayudar un poco a recoger -¡sólo faltaba!-, cada uno se retiró a su aposento.

A las 9 de la mañana bajamos a desayunar de puntillas, para no despertar a nadie. La mesa estaba puesta. Había cereales, leche caliente, café y queso. Y un bizcocho de chocolate. La hermana de J. estaba en la cocina, terminando de preparar unas tostadas.

Tras darle las gracias y los buenos días, no pude evitar preguntarle de dónde había salido el bizcocho.

- Lo preparé anoche después de la cena, en un momento -dijo sin darle mayor importancia-. A ver si os gusta.

Aquel no era el primer extraterrestre que veía. Hay más de los que parece. Pero se camuflan muy bien, y si no estás atento te la cuelan.

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