Llevo un mes largo viviendo en una casa muy bonita, pero con una decoración bastante sesentera (léase oscura y rancia). Ayer fui a visitar a un amigo. Al entrar en su cuarto de estar, súper luminoso y moderno, sentí una alegría –inesperada y casi física- que todavía no he sido capaz de racionalizar.
Hay que invertir en ventanas, tapizados alegres y objetos bonitos. Es más divertido y más barato que ir al psicólogo.
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