Revisando un manual que leí hace un par de meses, veo que al final de un capítulo en su día anoté: “Capítulo sencillo que aporta poco. No saco gran cosa, más allá de la siestecita de veinte minutos que me he pegado durante su lectura”.
Al releer el
comentario me he vuelto a alegrar de esos veinte minutillos reparadores, que había olvidado. Habrá que retomar periódicamente esa lectura, tan provechosa.
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