La jeta no conoce edad
Es todo un clásico. Señora de unos sesenta que llega un minuto antes de que empiecen los oficios y se pasea lentamente pasillo adelante, esperando que algún incauto le ceda el asiento en atención a sus canas. No hay que ceder al chantaje. Esa señora ya era sexagenaria esa mañana, y esa tarde cuando decidió libremente echarse una siesta y llegar justita a Misa. Y tú has salido de casa con tiempo para estar sentado, prácticamente con el filete en la boca del estómago. Mira al frente. Ignora su mirada de reojo acusadora. O cierra los ojos en señal de recogimiento, y haz oídos sordos a sus resoplidos. Si hace falta, cúbrete el rostro con las manos, reflexiona. Pero no hagas amago de ceder tu asiento, porque te lo quitará. Este año y el que viene. A ti o a otro. Sé fuerte. Hay que educar toda la vida. Hay que pechar con las propias decisiones. Si te queda alguna duda, mira a la anciana de la muleta que está sentada a tu vera. Ella no ha echado siesta. Se ha arreglado después de comer y ha esperado en la puerta a que abrieran el templo. Porque sabe lo que hay. Porque es dura, es honesta. Es una buena cristiana y no va por ahí echando en cara a la gente su buena salud. Por esa anciana lo que haga falta, te quitas el pan. Pero la otra, la jeta, que se vaya para el fondo. Si la Misa de pie se le hace larga a lo mejor purga sus muchos pecados, o tiene tiempo para reflexionar. Y tú no quieres, no puedes y no debes privarle de ese don. Que la paz sea con ella.
Echar un billete
El otro día eché en la colecta un billete de 10 euros. No llevaba suelto, y como eran los oficios pensé que hombre, de algún modo había que colaborar. Pues bien, el resultado fue insospechado. Fue desprenderme del billete y sentirme embargado por una difusa sensación de poderío y superioridad, que el tintineo de los donativos de otros fieles -moneduchas- no hacía sino aumentar. Te recomiendo vivamente la experiencia, al menos cada cierto tiempo. He reflexionado mucho, y creo poder afirmar que el efecto debe acrecentarse con billetes de 20 euros. No tengo claro, sin embargo, que el asunto sea escalable a otras cifras, la verdad. Todo tiene un límite, una medida.
Lo que sí parece evidente es que con billetes de 5 euros no funciona, porque es un donativo cutre. No me preguntes por qué, son sensaciones, pero casi te diría que a los efectos que nos ocupan es mejor echar una moneda de dos euros que un billete de cinco. El corazón tiene razones que la razón no entiende.
PD. Esta entrada se la regalo a P., con quien esta semana santa he tenido el gusto de estar.
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