Me invitaron a dar una clase en una universidad. Al terminar pasé por el baño. En los espejos había unas pegatinas grandes de muchos colores con estos dos mensajes: "Eres único, somos diversos" y "Cuídate, tu salud mental importa". O algo del estilo. Fui a lavarme las manos pero en ninguno de los dispensadores quedaba jabón.
Se conoce que la promoción de la diversidad y la salud mental centran los esfuerzos de esa comunidad educativa. Menos mal que la pegatina del medio ambiente todavía no la han puesto, porque los recortes en otros conceptos podrían ser dramáticos.
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Al hilo de lo anterior, nos equivocaríamos si lo redujéramos a una mera anécdota. Llevamos ya mucho tiempo centrados en eslóganes y carteles, fotitos chulis y likes, al tiempo que desatendemos casi todo lo demás. Nadie quiere reponer jabón en los baños porque es aburrido y no mola. Mientras que diseñar pegatinas de colores e ir pegándolas por ahí nos hace sentirnos "social justice warriors" situados el lado correcto de la historia. Lo que pasa es que los seres humanos necesitamos jabón, sábanas limpias y comida caliente mucho más que pegatinas y eslóganes molones, que a los cincuenta años no abrigan.
Pensando en las pegatinas de los baños he recordado las aldeas Potemkin, construcciones de cartón piedra animadas por figurantes que decoraban el paisaje ruso al paso de Catalina II, para ser desmontadas una vez la emperatriz las había contemplado.
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