El otro día iba paseando plácidamente por la biblioteca de la universidad, y me tropecé con el volumen cuya imagen os brindo arriba (pocas veces las palabras "tropezar" y "volumen" han sido empleadas con más justificación). Se trata de un estudio perpetrado por el señor González Botija sobre el etiquetado del vino, que consta de la bonita cifra de 1133 páginas. Has leído bien, 1133 páginas.
Al hilo de semejante cifra, tres reflexiones me vienen obsesionando:
1. Qué poco sentido común nos queda cuando el ordenamiento jurídico es tan complejo que admite un trabajo de más de mil páginas sobre, j_d_t_, el etiquetado del vino.
2. Pienso que sería justo aconsejar al autor un silencio meditativo de, al menos, 10 años.
3. Si el señor González Botija bebe vino con la misma fruición que escribe, no habrá pagos ni bodegas en la península ibérica capaces de aplacar su sed.
2 comentarios:
jajajaja, gigante... Lo de "estudio perpetrado" me ha encantado.
no colecciono etiquetas, y me parece bien que alguien se dedique a su estudio, yo me ocupo del contenido
Publicar un comentario