26 de agosto de 2012

El concierto a los colegios del Opus


Estos días se armado cierto revuelo con motivo de una Sentencia del Tribunal Supremo que justifica la denegación de conciertos educativos a colegios que escolarizan a los alumnos separando a los chicos y a las chicas.

Tras la sentencia, en seguida la polémica en la prensa, en la que abundan términos como: discriminación por razón de sexo, sexismo, o segregación. En este asunto, se me plantean dos reflexiones:

1. ¿Destinaremos dinero público a promover la candidatura olímpica de Madrid? Tengo mis dudas, en la medida en que el COI organiza unas Olimpiadas segregacionistas y sexistas, en las que se impide que hombres y mujeres compitan juntos.

Es evidente que no toda separación es discriminatoria. Los fabricantes de cuartos de baño de las gasolineras no son sexistas, aunque separen hombres y mujeres. Separar no significa marginar ni discriminar, siempre y cuando la separación obedezca a razones sólidas, y no arbitrarias. Y parece que los ritmos de aprendizaje de chicos y chicas es diferente, con lo que la separación no resulta injustificada.

2. Muchos medios de comunicación emplean en sus noticias sobre el tema los términos discriminación, sexismo, segregación. Son términos fuertes, de una gran carga connotativa. El término segregación viene de la segregación racial del apartheid. Discriminación y sexismo son también palabras duras. Emplearlas en el contexto educativo no es imparcial, y supone un prejuicio contra la educación diferenciada. Son términos inaceptables, vaya. Planteemos el debate en los siguientes campos semánticos: respeto de la diferencia, derechos de las minorías, uniformización estatalista, dogmatismo educativo, pensamiento único, etc. Nos irán mejor las cosas a los que defendemos la existencia de diversas opciones educativas.

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