24 de marzo de 2017
Tres impresiones rápidas
Hoy he visto volviendo del colegio a un niño pelirrojo con el pelo revuelto, y he pensado: "Pumuki". Gran mote que muchos niños pelirrojos compartieron en los 80 y los 90, que está condenado a desaparecer irremediablemente. No sé si Picachu será capaz de reemplazar a Pumuki. En cualquier caso, el mote ha venido a mi mente de forma instantánea y fresca, desde un rincón ya remoto de mi memoria. Pumuki. Como si no hubieran pasado veinte años desde que pronuncié esa palabra por última vez.
El otro día, en la casa de la playa de un amigo, volví a ver botellas de Fanta y Coca-cola de dos litros rellenadas con agua, en la nevera. Este reciclaje siempre me ha parecido algo cutre, la verdad. Lo asocio a casas de verano de algunos amigos. El punto cutre tiene que ver con la estética, la etiqueta descolorida o caída, y al regusto a fanta de limón que el agua conservada en estas botellas siempre tiene. Además y de forma curiosa, estas botellas reutilizadas pierden fuste o tensión, de forma que se quedan algo fofas, y su panza se vence al servir el agua, con lo que es bastante fácil derramarla al servir un vaso. Supongo que el gas de la Coca-cola o la Fanta evita este efecto al verter la bebida originaria. Pero bueno, no soy experto en gases, con lo que dejaremos aquí la reflexión.
Hoy venía en coche desde Madrid, y mientras adelantaba a un coche he reparado en la pelota de tenis pinchada que llevaba sobre la bola del remolque. Aunque las he visto mil veces, es la primera vez que me he dado cuenta de estar ante un clásico. Triste sino el de una pelota de tenis que, una vez rajada, sirve a un fin tan diferente de aquél para el que fue creada. De todas formas, pensándolo bien, quizá peor suerte sufren muchas otras pelotas de tenis, cuya vida útil se reduce a siete u ocho partidos, tras los cuales se pudren en el fondo de un baúl, en la superficie de una piscina de agua verde durante el invierno, en un tejado donde han sido encaladas o debajo de unas zarzas en las que el jodido tenista se resiste a hurgar. Así que oye, quizá la versatilidad de la pelota cubre-bolas-de-remolque incluso jugar a su favor, convirtiéndola en una compañera de viajes flexible, resignada e inseparable. A lo mejor es toda una enseñanza para la vida.
La foto se llama impresiones. Me ha gustado. Su autor es: https://www.flickr.com/photos/pegatina1/
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