16 de septiembre de 2023

De geranios y elefantes

 

Estos días releo un libro de Jiménez Lozano con un señalador que compré en el MNAC: El balancín, de Torné Esquius. Por encima de las páginas asoman la contraventana azul y el jarrón con los geranios, y es una alegría mirarlos de vez en cuando. Es como tenerlos delante, pero mejor, porque puedes llevarlos a todas partes y siempre tienen buena luz.

Pensando la compañía que me vienen haciendo, recordé esa historia que cuenta el propio Jiménez Lozano, en la que Abraham regala cuatro cabritillas a un príncipe de oriente y éste le promete a cambio un elefante. Unos días después,el príncipe hace entrega a Abraham, muy solemnemente, de un poema en el que uno de sus sabios ha descrito al elefante, y no termina de entender la decepción del patriarca, cuando para el príncipe es mucho mejor tener el elefante en el poema, debidamente encadenado y disponible, y no un elefante de carne y hueso, mucho más caprichoso y contingente. Porque el elefante en el poema -si el escritor es bueno, claro está- está mucho más presente que barritando y zascandileando por ahí. 

Y eso es lo que sucede también con mis geranios.



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